miércoles, 5 de marzo de 2014

La marcha del cangrejo: Una fábula de nuestro tiempo




La marcha del cangrejo, editada en Francia por el propio sello de Arthur de Pins, a partir de 2010 y en España por Dibbuks -editorial que cuenta en su catálogo con el grueso de la obra del autor-, podría considerarse sin dificultad como una novela gráfica dividida en tres volúmenes. Y es que no estamos en ningún caso ante un relato inicial que, dado el éxito conseguido o la voluntad de sus autores y/o editores por querer exprimir sus posibilidades un poco más, haya acabado generando continaciones a modo de secuelas. Muy al contrario, la presente obra hace gala de una unidad, narrativa y formal, inquebrantable. De ahí que aunque nos haya llegado a lo largo de un período de tiempo considerable (los volúmenes autóctonos vieron la luz en abril de 2011, junio de 2012 y junio de 2013 consecutivamente), optemos por comentar hoy la obra como un todo y recomendemos encarecidamente su lectura al completo.




Vaya por delante que la trilogía formada por El estado de los cangrejos, El imperio de los cangrejos y La revolución de los cangrejos, que así se titulan los volúmenes que integran la obra, relata una historia cuyo protagonismo se divide entre los propios crustáceos y los seres humanos; por lo tanto, los primeros no dejan de ser lo que son en la realidad: miembros de la fauna del planeta, y aunque conozcamos de la mano del autor tanto sus reflexiones y pensamientos como los diálogos que mantienen con sus semejantes, no estamos ante una historia de animales antropomórficos, para entendernos, a lo Blacksad, sino más bien ante una fábula que pone de manifiesto la condición humana a partir de la conducta de algunos de los miembros del reino animal.




El planteamiento de la obra es bien sencillo: los Cancer Simplicimus Vulgaris son una raza de cangrejos que se caracteriza, entre otros aspectos, porque sus integrantes no pueden cambiar jamás de rumbo; su morfología no les permite girar, y se desplazan de un lado a otro sin poder variar su dirección; únicamente pueden cambiar su sentido. Esto, lógicamente, no preocupa a la mayoría, acostumbrada a seguir adelante en consonancia con lo que parece ser su propia naturaleza... Pero siempre surge una figura individual que pone en entredicho según qué supuestos y acaba convirtiéndose, con o sin razón, y queriéndolo o no, en alguien que podría enarbolar la bandera de una revolución inminente...




Como sugeríamos antes, esta peculiar característica de los crustáceos protagonistas y todo lo que conlleva para aquellos que la sufren se puede y debe extrapolar a la experiencia intrínseca del ser humano, y no le resultará complicado a cualquier lector plantearse cuestiones filosóficas básicas respecto de nuestra condición como especie pensante a partir de las vivencias y aventuras de los cangrejos que desfilan por las páginas de la presente obra.




Para alcanzar su propósito, el autor construye un relato plagado de diálogos estupendos en boca de una nómina de personajes secundarios retratados siempre con gran acierto, y que hace gala de un fino sentido del humor que elude la sal gruesa (y perdón por el símil marítimo, aunque sea tan apropiado en esta ocasión) y deja espacio para un cierto sentido de la sensibilidad, que no de la sensiblería. Así, no es difícil destacar la presencia de personajes como los realizadores de un documental sobre estos cangrejos en peligro de extinción o los miembros de una familia de vacaciones en quienes se despierta una encomiable conciencia ecologista. Todo ello sin olvidar, en ningún momento, quiénes son los verdaderos protagonistas del relato.




Un último apunte: el que esto suscribe no es precisamente un admirador de la faceta gráfica de Arthur de Pins, por más que su reconocible estilo le haya supuesto una legión de rendidos admiradores a ambos lados de los Pirineos, tanto en su Francia natal como en nuestro país. Esto se debe a que el aspecto digital de su acabado, con el uso de colores planos y la renuncia a cualquier aproximación o acercamiento a la realidad, me puede parecer muy apropiado cuando refleja universos fantásticos (como en la muy recomendable y ocurrente serie Zombillenium), pero no tanto cuando se preocupa de reflejar mundos que, parafraseando a Paul Éluard, no solo están en este sino que además lo parecen (un buen ejemplo, además de los tres álbumes que nos ocupan, son las distintas entregas de la serie, esta muy costumbrista, Pecados veniales). Pero a pesar de mi reticencia, y gracias a un guion espléndido y, finalmente, la adecuación del dibujo a lo que se está contando -sus personajes, y no solo los humanos, acaban mostrando una gran expresividad a pesar de la sencillez de su trazo-, acabo rindiéndome a la evidencia: es más que posible que Arthur de Pins sea el gran autor que muchos dicen que es; y de lo que no cabe ninguna duda es de que La marcha del cangrejo, de la primera página del primer volumen a la última del tercero, es el gran cómic que como tal lo considera todo el mundo que ha tenido la oportunidad de leerlo.


Título: La marcha del cangrejo (3 vols.)
Autor: Arthur de Pins (guion y dibujo)

Editorial: Dibbuks
Fecha de edición: abril de 2011 - junio de 2013
112 + 120 + 116 pp. (color) - 16 € c/u.

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