martes, 22 de enero de 2013

RIP: Nagisa Ôshima (1932-2013)


Hace hoy una semana el cine japonés perdía a uno de sus realizadores más internacionalmente conocidos, quizá el que más después del trío de cineastas intocables nacidos en el País del Sol Naciente (esto es: Akira Kurosawa, Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu), y al que siempre acompañó una cierta fama de provocador. Nos referimos, claro está, a Nagisa Ôshima, que dejaba de forma definitiva el mundo terrenal a los ochenta años de edad a causa de una neumonía.


Nagisa Ôshima (1932-2013)


Ôshima siempre ha sido considerado como el puente entre el cine nipón clásico (aquel que constituye la mayor parte de la obra de sus mayores, como los nombres arriba citados) y el contemporáneo (con su colaborador Takeshi Kitano o Takashi Miike como autores que despuntan sobre los demás). De hecho, Ôshima formó parte, junto con otros realizadores como Shoei Imamura o Kaneto Shindo, de la llamada nuberu bagu o "Nueva ola japonesa". Sin ir más lejos, su debut tuvo lugar en 1959, un año emblemático para el devenir del séptimo arte, cuando los nuevos cines europeos empezaban a cobrar forma y la Nouvelle Vague francesa quedaba constituida con los primeros trabajos de, entre otros, su idolatrado Godard y Truffaut, al mismo tiempo que John Cassavetes debutaba con la emblemática Shadows. Ai to kibô no machi se tituló el primer largometraje, de poco más de una hora, del realizador asiático.


Historias crueles de juventud: la revelación de Ôshima


No obstante, fue su segunda película estrenada al año siguiente la que llamó la atención de la crítica internacional: Historias crueles de juventud es una cinta que todavía hoy se mantiene de plena vigencia. Con ella arrancaba una década de trabajo prolífico para su autor, que durante los años 60 dirigió, además de varios largometrajes, algunos telefilmes y documentales para televisión. Entre los primeros destacan Shiiku, según una novela del Nobel Kenzaburo Oé, y dos cintas estrenadas en 1969 y que alcanzaron distribución internacional: Diario de un ladrón de Shinjuku, film con las revueltas estudiantiles del 68 como telón de fondo, y El muchacho. También pudieron verse por estos lares filmes como Murió después de una guerra, La ceremonia o Hermana de verano.


Diario de un ladrón de Shinjuku: una primera aproximación a la sexualidad


Aunque, qué duda cabe, fueron dos filmes de la década de los 70 los que le dieron renombre a nivel mundial: El imperio de los sentidos y El imperio de la pasión, ambos dos filmes eróticos que fueron saludados, sobre todo el primero, con gran interés por parte de la crítica y el público internacionales, y que colocaron el nombre de su máximo responsable en el candelero del cine de la época. La primera estaba basada en un caso real de homicidio involuntario que levantó ampollas en el Japón de los años 30; la segunda, una adaptación literaria, le valió a su realizador el premio al mejor director en el Festival de Cannes de 1978. Ambas son todavía hoy cintas que siguen arrastrando una cierta aureola de filmes atrevidos y a contracorriente.


El imperio de los sentidos es sin duda el film más popular de su autor


Ya en los años 80, Ôshima dio el salto al cine extranjero y rodó su primera película hablada parcialmente en inglés. Nos referimos, claro, a la popular Feliz Navidad, Mr. Lawrence, coproducción bélica entre Japón y Reino Unido que protagonizaron los también músicos David Bowie y Ryûichi Sakamoto, el escocés Tom Conti, y el ya citado actor, productor y director Takeshi Kitano. El film contó con una popularísima banda sonora original compuesta por el propio Sakamoto.


Tom Conti y David Bowie: los rostros occidentales de Feliz Navidad, Mr. Lawrence


Por su parte, Max, mi amor estuvo financiada por Francia y Estados Unidos, y partía de una idea del escritor y guionista galo, colaborador habitual de Luis Buñuel, Jean-Claude Carrière. Escrita por este y el propio Ôshima, la película estuvo protagonizada por Charlotte Rampling, Anthony Higgins y la española Victoria Abril, y planteaba la posibilidad de un ménage a trois entre un diplomático, su esposa y un chimpancé de la que esta última estaba enamorada.


Max, mi amor trataba un tema tan escabroso como la zoofilia


Más de una década después, en 1999, Gohatto -conocida en España como Tabú, aunque este título de pie a confusión con los largometrajes homónimos de Murnau & Flaherty o Miguel Gomes- supuso para Ôshima varios reencuentros: con Takeshi Kitano, aquí de nuevo protagonista del relato; con el cine hecho en su propio país; y con los relatos de ficción, después de haber trabajado al frente de un par de documentales. Este film sobre la homosexualidad en el Japón de los samuráis fue, también, la última película de un realizador de relevancia indiscutible a la hora de conocer el cine nipón del siglo XX que entonces estaba a punto de terminar.


Gohatto: aportación de Ôshima al cine de samuráis... y su último trabajo


Nagisa Ôshima nació en 31 de marzo de 1932 en Okayama (Japón), y falleció en 15 de enero de 2013 en Fujisawa, Kanagawa (Japón). Tenía por tanto 80 años. Descanse en paz.

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