martes, 16 de marzo de 2010

Retrato de Carrère y Neville con De Prada al fondo







Una de las más recientes alegrías que nos ha dado el mundo editorial es la recuperación, por parte de la editorial Salto de Página, de una serie de relatos de Emilio Carrère bajo el título El diablo de los ojos verdes (ver aquí), con prólogo de Luis Antonio de Villena. Carrère es ese célebre escritor tan desconocido del que muy pocos tienen noticia gracias a la célebre película La torre de los siete jorobados, adaptación cinematográfica a su vez de la célebre novela de igual título dirigida por el célebre Edgar Neville. Nótense, por favor, las cursivas.



La torre de los siete jorobados se publicó en 1924, el mismo año de Luces de bohemia de Valle-Inclán, y justo dos décadas después, en 1944, Neville llevaba al cine esta novela clave de la literatura gótica española con un reparto encabezado por Antonio Casal, Isabel de Pomés, Guillermo Marín, Antonio Riquelme y un inolvidable Félix de Pomés ectoplásmico. Se trata de una película casi invisible que muy pocos telespectadores avisados pudimos disfrutar gracias al programa de TVE ¡Qué grande es el cine español!, que en 1996 -cuando se cumplía el centenario del séptimo arte patrio- y de la mano de José Luis Garci recuperó en prime time películas como esta, o como Surcos, o Cielo negro, o la fascinante Vida en sombras, o tantas otras obras maestras tan recordadas a la vez que poco vistas.



Y de Garci a su amigo De Prada y tiro porque me toca. Juan Manuel de Prada es ese señor mayor tan joven que escribe en el ABC y que en el suplemento cultural del pasado sábado, en la sección "Los tesoros de la cripta", reseñaba con acierto esta película de Edgar Neville. Pueden leerlo, porque vale la pena y porque está disponible, en la versión digital del texto, de título "La codorniz" expresionista.



Lo que no acabo de entender, o quizá sí, es que De Prada termine su artículo con la siguiente aseveración, que intenta demostrar que La torre de los siete jorobados de Neville, un cineasta que hizo carrera en Hollywood y que aquí dirigió otras joyas de nuestro cine como El último caballo, El crimen de la calle de Bordadores o El baile, sea una película injustamente desconocida gracias a algo poco menos que una conspiración política: "Pero es que Edgar Neville, que era un artista genial, era también un señor de derechas; y ya se sabe que a la genialidad, cuando es de derechas, la secta de los jorobados progres la recluye en una cárcel subterránea, mientras llena el mundo de billetes falsos".



Y digo yo: ¿también eran de derechas José Antonio Nieves Conde, Manuel Mur Oti y Lorenzo Llobet Gracia, realizadores de los títulos citados unas líneas más arriba y muy poco vistos, programa de Garci aparte? Con explicaciones como esta, De Prada se autorretrata mucho mejor que retrata a Carrère y Neville, y miren que eso lo hace bien. Porque qué bien escribe este hombre, y qué poco medita muchas veces antes de escribirlo.

[Fotografías 1.ª a 3.ª: Emilio Carrère, Edgar Neville, Juan Manuel de Prada.]

1 comentario:

  1. Neville era grande.

    Hemos coincidido en nuestra mención al ABCD. Aunque yo cito otro, también he leído hoy este artículo y también me ha parecido que esa última pataleta no venía a cuento.

    Ay, 'esos señores mayores tan jóvenes'...

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