Vaya que si daba miedo: algunas producciones eran tan penosas que ríete del susto que meten hoy Los otros o REC. Pero como hoy no tengo tiempo que perder, pues andamos enfrascados en la preparación del Mayo Negro que empieza hoy mismo, iremos directos y al grano (de pus): vaya por delante que estas líneas no son sino un aviso de precaución cuyo fin es que eviten tres subproductos cinematográficos que son de lo malo lo peor.
Mucho nos duele decir que Riccardo Freda, el autor de I Vampiri y otros clásicos del fantaterror europeo, hizo alguna que otra película bastante pobre, pero es lo que tiene el cine: que se queda grabado en celuloide por el que no pasan los años (o así), y ver hoy en día Trágica ceremonia en Villa Alexander (también conocida simplemente como Trágica ceremonia, algo normal dado lo cansino que resulta ir diciendo por ahí el título largo) resulta poco ceremonioso pero sí muy trágico. Por cierto, agárrense los machos ante el título original de esta producción hispano-italiana de 1972: Estratto dagli archivi segreti della polizia di una capitale europea. Pues lo de Trágica ceremonia en Villa Alexander ya no me parece tan cansino...
¿De qué va Trágica ceremonia en... bueno, esta película? Pues el asunto arranca con un grupete de amigos que están pasando unas vacaciones navegando, bebiendo y fumando... y nada de copular, pues son tres chicos y solo una chica que no da tanto de sí. Por cierto, la chica es Camille Keaton, que ese mismo año también fue Solange en ¿Qué habéis hecho con Solange? de Massimo Dallamano; y dos de los chicos son unos jóvenes Tony Isbert -aquí en la piel de Bill, un hijo de papá del que el resto se aprovecha para financiarse buena parte del viaje- y Máximo Valverde, que pese a llamarse Joe afirma ser andaluz y gitano (!).
Este grupete se encuentra con la fatalidad cuando en mitad de una noche oscura y lluviosa el coche se queda sin gasolina, y un viejo gasolinero se niega a darles combustible hasta que se lo puedan pagar; y es que el ricachón ha perdido la cartera allá donde estuvieron acampando, qué mala suerte también la de esta gente.
Esto les obliga a buscar refugio en Villa Alexander, una mansión aparentemente abandonada pero donde se está celebrando una ceremonia satánica que acaba como el rosario de la aurora; sí, la mala suerte de estos muchachos es proverbial.
Los protagonistas consiguen escapar de la mansión, pero a partir de entonces todo empieza a complicarse y el espectador se pierde bastante en un relato presuntamente onírico donde el tiempo es circular, la gasolinera del principio ahora parece abandonada y donde visiones de muerte y horror asaltan a los jóvenes, que empiezan a caer como moscas. O no, la verdad es que tampoco me acuerdo mucho.
Si Trágica cerem... bueno, esta película, es bastante pobre, prepárense con Trauma, también conocida como Violación fatal... aunque yo juraría que no violan a nadie y me hace sospechar de ser un título puramente engañoso y exploit. Eso sí: en lo de fatal no engañaron a nadie. Este film de 1978 está dirigido por otro clásico de nuestro cine fantástico, León Klimovsky, con guión de Carlos Puerto y Juan José Porto, y lo protagoniza la gran Ágata Lys en un papel inolvidable (sobre todo para ella, que todavía se debe estar arrepintiendo).
A ver si adivinan la sorpresa del film: la Lys regenta una pensión rural en mitad de la nada, hasta donde llega el otro protagonista, un escritor con cara de alelao en busca de paz para escribir su nuevo libro. Al parecer, el negocio es propiedad de la susodicha y de su marido, que vive en una habitación del ala superior y de la que no sale nunca pues está impedido. Al esposo no se le ve nunca, pero sí podemos oír cómo la Lys habla con él, la mayoría de las veces a gritos ante supuestos comentarios inapropiados del maromo. ¿Sospechoso, verdad?
Efectivamente, el personaje que interpreta Ágata Lys está más loca que una chota, y su marido está momificado desde tiempos inmemoriales en su mecedora. ¿Que les he fastidiado el final? Pues lo siento mucho, pero si no lo adivinaron en el minuto 1 de proyección necesitan mirárselo. Y si además se fijan en el cartel del film, donde la Lys lleva una cuchilla de afeitar bastante hermosa y similar a la que se usa en los crímenes que salpican -nunca mejor dicho- la película... pues verán que tampoco es que quisieran guardar mucho el misterio hasta el final. Fijo que Shyamalan fliparía con Trauma.
De todas formas, el pastel se descubre (se supone que se descubre) al final, y resulta que la Lys mató a su marido ante un intento de violación -vaya, pues sí que violaban a alguien; ya no me acordaba- con la cuchilla de afeitar, y luego se volvió tarumba y se quedó con el cuerpo del finado hasta los restos. En fin... un remedo de Psicosis de Alfred Hitchcock con mucha cara, y del que no hay fotos decentes en la red. Así que aquí tienen este comentario a pelo.
Cuatro años después, el guionista de esta filigrana, Juan José Porto, dirigía él mismo Regreso del más allá... otro plagio descarado, esta vez de El resplandor de Stanley Kubrick -estrenada un año antes-... pero en Granada y con Ana García Obregón. ¡Acabáramos!
Sí, la Obregón, esa gran actriz que hizo Policía con Miliquito y que ayudó a El Equipo A en un episodio glorioso de la serie, y que no hizo las Américas ni ganó un Oscar como su amiga Pe Cruz simplemente porque no le dio la gana (según unas lúcidas declaraciones propias), es la protagonista del relato: es una estudiante que prepara su tesis sobre fenómenos paranormales -si es que siempre andamos buscando problemas-, y su marido es un escritor (sí, otro) que prepara su nueva novela. Como ambos no tienen presupuesto como para irse al Hotel Overlook, se conforman con viajar a una casa solariega de Granada, propiedad de la familia del marido, y donde se cometió un asesinato cuádruple según se cuenta en la secuencia precréditos.
Conforme pasan los días -en realidad pocos, pues la película solo dura hora y cuarto-, la Obregón ve fantasmas por todos los rincones, presencias maquiavélicas que parecen avisarle de que allí ocurrió algo horrible... y algo que el espectador también puede ir adivinando: al parecer, el marido (interpretado por Andrés Resino) es el malo de la función, está igual de loco que la Ágata Lys de la película anterior, porque siendo niño fue testigo de un aborto salvaje en el que su madre y el que habría sido su hermano pequeño murieron en manos del padre y el personal de la residencia, y no le quedó más remedio que cepillarse a toda la plantilla.
Una película alucinante -en el peor sentido del término-, con imágenes congeladas de la protagonista mientras una voz en off revela sus pensamientos teóricos acerca de los fenómenos paranormales, la pervivencia del pasado en el presente, etcétera. Pues lo que les decía: alucinante, pero alucinante de verdad. Como las otras dos. Qué miedo da el cine de terror español cuando se pone.
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ResponderEliminarJaja... Dos amiguetes y yo tuvimos la "suerte" de visionar la primera (...Villa Alexandra) en un cine de los de antes, grande, espacioso y todavia la recordamos por lo MALA que era, y de la panzá a reir que nos dimos, -nosotros y todo el cine- ante las situaciones absurdas, falsas y supuestamente "de miedo", que daba pena y "verguenza ajena", sobre todo por lo mal hechas y por lo previsibles que eran; y cabreados, entonces, por los "cuatro duros" que nos costo.
ResponderEliminarAdemás hay una escena gore, bueno varias, pero una en particular (la de una espada o hacha, no recuerdo bien, que parte por la mitad una cabeza), que por lo visto le gusto al director y la repetían una y otra vez, en la realida, en los sueños, en las pesadillas...etc,etc. !!Jaja.. al final pasamos un buen rato!!, y pensandolo bien esos cuatro duros a dado para mucho, si los dividimos entre todas las veces que nos acordamos de ella.
Creo que a partir de entonces, miro con lupa las películas españolas que voy a ver, sobre todo si son de "miedo". ¡Ojo..! que las hay muy buenas últimamente.... pero eso, las miro con lupa antes de ir.