Recordarán que hace unos días ya les avisé de que este vuestro blog iba a ver sus contenidos ligeramente mermados, al tener un servidor (no el servidor de la conexión a internet, sino un servidor, yo mismamente) bastante menos tiempo libre que dedicar para leer y ver según qué cosas, y también para escribir sobre ello después. Pero sepan que pese a estos inconvenientes, dedico el poco tiempo que me queda (libre, se entiende, tampoco nos pongamos melodramáticos) a seguir viendo basuras infectas como la que hoy nos ocupa para avisarles a ustedes con el fin de que puedan administrar más convenientemente su tiempo dedicándolo a mejores menesteres. No hay de qué... Ya me invitarán a una caña un día de estos.
Y ahora prepárense, porque el bodrio de hoy es canela en rama: Alien Dead es una producción de 1980 también conocida como The Alien Dead y otros títulos bien distintos, caso del más sutil It Fell from the Sky ("Cayó del cielo") y del decididamente zetoso Swamp of the Blood Leeches ("El Pantano de las sanguijuelas sangrientas")... sobre todo porque una vez vista la película descubrimos que de sanguijuelas nada de nada.
Pero centrémonos: la acción del film, como demuestra la foto que antecede a estas líneas, acontece en Oviedo. Al principio me extrañó encontrar la localidad asturiana tan soleada y repleta de gente llamada Tom, Emmet, Miller o Gordon, pero cuando descubrí que hay una Oviedo en Florida todo empezó a cobrar sentido. Todo, menos la razón por la que alguien, y cuando digo alguien digo Fred Olen Ray, hipoteca parte de su vida -aunque sean dos tardes- para parir semejante engendro.
En esta sección ya nos habían visitado como directores, productores o guionistas otros nombres clave del sector direct to video de los años 80 y 90: la Santísima Trinidad compuesta por David DeCoteau (Acero y seda), Charles Band (Zone Troopers) y Jim Wynorski (Vampirella). Y como no podía ser de otro modo, el bueno de Fred Olen Ray no podía tardar demasiado en darse un garbeo por aquí un martes cualquiera.
Pero sigamos con el argumento, por llamarlo de alguna manera, de la cinta: la anteriormente apacible localidad de Oviedo, tan provinciana como el pueblo de los dos mil maníacos de Herschell Gordon Lewis pero menos graciosa o como las apartadas villas bucólicas de Russ Meyer pero con habitantes de menos personalidad, se ve azotada por la desaparición de algunos de sus conciudadanos. Los habitantes del pueblo culpan de ello a un misterioso caimán gigante -misterioso sobre todo porque no se le ve nunca, y esto es así porque no existe- que habría acabado con el resto de los cocodrilos y con los pobres incautos que se acercan al pantano.
Pero como el espectador es mucho más listo que el periodista, el médico y los demás protagonistas del film (bueno, no demasiado, o no estaría viendo la película), y sabe que The Alien Dead se traduce como "Los muertos alienígenas" o algo muy parecido, ya deduce que algo huele a podrido en Oviedo y que no se trata precisamente de un caimán gigante. Efectivamente, y al estilo de las criaturas de The Night of the Living Dead (La noche de los muertos vivientes) de George Romero, un meteorito que cayó del cielo acabó transformando a unos pobres veraneantes en zombis ávidos de carne humana, de los que los protagonistas tendrán que huir si quieren conservar su vida.
Y ya está: esta tontada es lo que cuenta los 74 minutos del film. Y pensarán que se trata de una película bien corta, pero créanme que le sobran por lo menos 70 minutos -como un fake trailer al estilo Grindhouse habría quedado hasta graciosa-, y que el asunto está alargado gracias a diálogos que no van a ninguna parte, repitiendo lo ya visto o ya contado hasta la saciedad, por parte de unos intérpretes que lo más cerca que han estado de una academia fue cuando se sacaron el carné de conducir.
Bueno, hay una clara excepción, y esta es la de Buster Crabbe. Crabbe, que aquí aparece encabezando el reparto en los títulos de crédito iniciales y finales al más puro estilo de estrella indiscutible de Hollywood pese a que interpreta un papel indudablemente secundario, el del sheriff del lugar, vivió sus años de esplendor interpretando a personajes de la cultura popular en películas y seriales de los años 30 y 40; por aquel entonces dio vida nada más y nada menos que a Tarzán, Buck Rogers, Billy el Niño y al personaje que le dio la inmortalidad (pese a morirse en 1983, el pobre): Flash Gordon. Véanlo aquí:
Triste final (o casi: es su penúltima película) para Crabbe el de trabajar en una cinta tan infecta como esta, cuya fotografía no es mejor que la de cualquier vídeo de un bautizo, cuyos efectos sonoros parecen añadidos a posteriori -si la ven doblada y desincronizada como yo, la película gana enteros en el barómetro que mide la estulticia artística-, y donde los efectos especiales no existen y los maquillajes parecen hechos con plastilina por alumnos de preescolar.
Aunque podrían argumentarme que qué cabía esperar de alguien como Fred Olen Ray, en esta su tercera película en una filmografía donde vendrían después títulos como... bueno, como estos:
Y esto por citar solo unas cuantas, pues el susodicho, con toda la cara del mundo, lleva ya filmadas más de un centenar de películas. Aunque algunas, como esta Alien Dead, parece imposible de filmar, y diríase que estamos ante muestras de un horror primigenio, que ha existido desde siempre, como las criaturas innombrables de Lovecraft.
Enhorabuena, por tu nuevo trabajo.
ResponderEliminarYa sabes que si quieres participar en la new edition del blog Novelpol, depende de tí y tu tiempo.
Espero que algún día nos grabes una clase y la pongas en el you tube. Así, me podré hacer a la idea.
Un beso para los dos: Cristina y tú
Espero que tus alumnos no lean tu blog.
José Andrés
¡El tipo que pergreño la frase promocional de la de vampiros se merece un monumento!
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