"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
Aunque ya había tratado un tema semejante en "Acontecimiento infernal", ¡Quieto, Satán! es uno de los relatos más particulares y memorables de los Libros de Sangre de Clive Barker... Y no es así, al menos no tan solo, por ser con mucho el cuento más breve de toda la serie: apenas seis páginas en la reciente edición de La Factoría de Ideas, frente a las cuarenta, cincuenta o incluso sesenta páginas del resto.
Lo que hace a este relato, hasta la fecha conocido por las antiguas traducciones como "¡Abajo, Satán!", tan especial es que Barker lo concibe casi como una parábola cargada de simbolismo, frente a la verosimilitud que usualmente busca en el resto de sus ficciones breves.
El protagonista de "¡Quieto, Satán" es Gregorius, uno de los hombres más ricos del mundo, del que se llega a decir que era mucho más sencillo hacer inventario de todo aquello que no poseía más que de lo que sí. Gregorius, según nos cuenta el escritor de Liverpool, sentía que su riqueza económica no estaba acompañada de una igual espiritualidad de la que poder hacer ostentación, y la mejor manera que se le ocurrió para recuperar la presencia de Dios, después de vanos intentos de hacer el Bien, fue la de atraer a Satán a la Tierra para, poniéndose a su merced, obligar a Dios a hacer acto de presencia y salvar su alma.
Para ello, Gregorius encarga al célebre arquitecto Leopardo que diseñe lo que será el Infierno en la Tierra, una construcción de tamaño semejante a seis catedrales ubicada en el norte de África, y basada en los diseños y descripciones, en la obra en definitiva, de Sade, Dante, Freud o Krafft-Ebing.
Lo que Gregorius no sabe es que su herética propuesta acabará no por traer a Belcebú a nuestros páramos, sino por convertirlo a él mismo en un demonio menor que hará de la tortura y las vejaciones, en principio un medio, un fin en sí mismas...
"¡Quieto, Satán!", en Libros de Sangre (vol. 3)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2006, pp. 157-162.
Sin lugar a dudas un relato memorable. Recientemente me llevé una grata sorpresa al saber que un estudio audiovisual de Buenos Aires Argentina, llamado Pixel-Ar Multimedia Sin Límites, realizó una adaptación animada fusionando técnicas 2d y 3d. En su sitio oficial (www.pixel-ar.com.ar) está disponible para poder ver el cortometraje en su totalidad. Con una duración de 12 minutos y un diseño de personajes y escenarios bastante interesante, esta adaptación sin fines de lucros (según se lee al comenzar el corto), me ha hecho pensar dos cosas: La primera los cuentos de Clive Barker aportan un potencial cinematográfico tremendo y lo segundo, hay mucho talento en Argentina. Saludos!
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