miércoles, 2 de abril de 2008
Making of: Las miserias del cine español (de género)
A poco que uno esté al tanto de lo que se cuece en el cine español de los últimos años, y aunque el autor no lo pusiera por escrito de forma explícita en una nota al final del libro, resulta obvio que estamos ante una novela, como suele decirse, basada en hechos reales: Making of es precisamente eso, el "Cómo se hizo" de Atolladero, la película de 1995 dirigida por el propio Óscar Aibar.
Como el autor señala en un capítulo del libro, tras cruzarse con un director vasco de éxito que no puede ser otro que Álex de la Iglesia, este dio el pistoletazo de salida a un cine español de género fantástico con Acción mutante, producida por El Deseo de Agustín y Pedro Almodóvar y que cosechó un considerable éxito de taquilla y excelentes comentarios, a pesar de la reticencia de los críticos de cine de nuestro país hacia cualquier producto que se salga de los límites (del realismo) prestablecidos.
Entre los directores que surgieron en aquel momento con la propuesta de un cine fantástico patrio estaba el propio Óscar Aibar, proveniente del mundo del cómic, en el que había publicado, junto a otras obras menos extensas, los álbumes ADN y Nacido salvaje (Toutain), con Fernando de Felipe a los lápices, y Atolladero, Texas, dibujada por Miguel Ángel Martín y serializada en la revista Makoki. Fue a partir de esta última narración que Aibar se propuso debutar en la gran pantalla con un film que mezclaba ciencia ficción, western fronterizo y comedia.
Pero como demuestra Making of, a veces hay una gran diferencia entre lo que uno se propone y lo que uno consigue, y en el cine patrio esto sucede la mayoría de las veces: así, mientras El día de la bestia de De la Iglesia mejoraba considerablemente su mencionado debut y recibía parabienes generalizados, Atolladero de Óscar Aibar era duramente criticada y acabó pasando por la cartelera como una exhalación.
Y es que más allá del talento de los implicados, las cosas pueden torcerse, y como señala Ignacio Martínez de Pisón, la ley del cine español no es otra que la Ley de Murphy: así, el protagonista de esta novela, que acaba de editar Mondadori, es un joven cineasta que hasta el momento solo podido dirigir una película, y que quince años después del rodaje acude a Alcantarilla, Murcia, a un festival de cine fantástico. Es entonces que recuerda lo que aconteció década y media antes, durante el rodaje en Tudela, cuando era tan solo un idealista cargado de buena voluntad y con la diáfana intención de hacer, simple y llanamente, una buena película. Pero para intentar lograr su propósito tuvo que bregar con un equipo técnico que, razonablemente, desconfiaba de cobrar sus sueldos tras continuos retrasos por parte de los productores; tampoco le dejaron pasar una las inclemencias del tiempo, que sin llegar al huracán que causó pesadillas a Francis Ford Coppola en el rodaje de Apocalypse Now también le fastidiaron lo suyo; por no hablar, incluso, del ataque de un misil por parte del ejército en el desarrollo de unas prácticas (!).
De esta manera Making of es, por un lado, la narración de unos hechos que lamentablemente pueden extrapolarse a buena parte del cine español de las últimas décadas; pero, por otro y sobre todo, relata un rodaje concreto. Y al respecto hay que reconocerle la valentía a Óscar Aibar, que pasa buena factura de aquellos hechos años después de producirse, con comentarios que -más allá de la licencia que da escribir una obra de ficción- podrían levantar ampollas a poco que uno se reconozca, ya sean el consumo de estupefacientes por parte de un actor, las infidelidades de otro o las llamadas a líneas telefónicas de un tercero. Y es que cuando se dan nombres resulta obvio que Jim Rock es Iggy Pop, Pere Pérez es Pere Ponce, José Arenosa es Joaquín Hinojosa, Fermín Arteta es Félix Rotaeta, o Blas Patino es Benito Pocino; y cuando no se dan, uno puede jugar a las adivinanzas y muy probablemente acierte.
Llegado a este punto, hay que hacer justicia y señalar que Óscar Aibar no es un escritor advenedizo, un recién llegado a las letras que se encuentra con la limitación de poder contar tan solo sus propias experiencias en formato de ficción: anteriormente ya había publicado los relatos de Tu mente extiende cheques que tu cuerpo no puede pagar (Debate, 2002), que recibió estupendas críticas y sacó a colación nombres como los de Raymond Carver o Roald Dahl, así como la novela Los comedores de tiza (Caballo de Troya, 2004). Por tanto, esta segunda novela que nos ocupa nace de la propia necesidad de contar algo que merece la pena contarse y que no debe olvidarse en las arenas del tiempo.
Así, a lo largo de las poco más de doscientas páginas de Making of, el lector es testigo de mil y un impedimentos para que las cosas salgan como debían de salir, y que convirtieron a Atolladero en una película, mejor o peor, pero bien distinta de la que Aibar tenía en mente: los elementos de género permanecieron allí (al menos, los que el presupuesto reunido y la costosa postproducción permitieron), pero la comedia fue desvaneciéndose y el film, marcado por la duda de si terminaría rodándose alguna vez y por un momento tan duro como el fallecimiento de Félix Rotaeta en pleno rodaje, se convirtió en una historia más oscura y triste de lo que se pretendía en un principio.
Y por eso Making of es una estupenda novela, como lo son libros de Ramón Gómez de la Serna o José Gutiérrez Solana o las películas dirigidas por Luis García Berlanga o Marco Ferreri escritas por el malogrado Rafael Azcona, obras todas ellas que ponen de manifiesto rasgos constituyentes de la tradición cultural española: son divertidas, sí (esta novela lo es, y mucho), pero tras la diversión se esconde un sutil poso de amargura que congela la sonrisa en un inquietante rictus.
Hoy, con la distancia que proporciona el tiempo, y aunque Atolladero no fuese lo que su director quería que fuese, resulta obvio que Óscar Aibar salió airoso del envite: su personaje, más que un alter ego el propio autor contando un capítulo de sus "Memorias", dudaba si volvería a dirigir, pero ahora sabemos que después vinieron Platillos volantes y La máquina de bailar, así como el telefilm Rumores. Ahora, haga o no haga más películas, y a la vista de las puertas que abre Making of de cara a una producción literaria futura, podemos decir que el puro de la victoria que Orson Welles le propone fumar tras finalizar el trabajo en una ensoñación que no dista mucho de la de Ed Wood en el film de Tim Burton merece fumarse con deleite.
Pues a mi me gustó Atolladero cuando la vi en su momento. No sabía que le habían pasado tantas putadas. Un dato curioso es que desde que lo vi en Versión Española hace la tira de años, no la he podido encontrar ni en la mula...
ResponderEliminarCinta maldita, cinta de culto.
ResponderEliminarObra de arte, sin duda.
Menos bazofia en DvD, y a ver si alguien se anima a recuperar "Atolladero".
Me cuentan por ahi... que Oscar Aibar y Fernando Pardo(el montador de la peli) andan preparando un nuevo montaje de Atolladero para poder reeditarla en DVD...
ResponderEliminarEsperamos poder disfrutarla pronto pues es mucha la gente que la conoce como pelicula de culto y jamas la pudo ver..
Animo y mil gracias a Oscar y a Fer, y aupa el cine de ciencia ficcion hecho por aqui....