Hoy nos visita, en esta vuestra sección favorita de los martes, Él. En mayusculas. Dios no, pero casi. Él. El Hombre. La encarnación real de varios mitos de la cultura occidental. Él fue Michael Knight. Él fue Mitch Buchannon. Demonios, Él fue hasta Nick Furia. Sí... Hablamos de Él. De David Hasselhoff.
Como todos ustedes sabrán, y si no se lo cuento yo, David Hasselhoff es un actor que después de actuar durante nueve años en productos televisivos varios y en películas tan descacharrantes como Revenge of the Cheerleaders y la cinta de culto Star Crash (casi una explotación petarda de la saga galáctica de George Lucas), se encontró con la oportunidad de su vida cuando en 1982 fue elegido por Glen A. Larson para encarnar a Michael Knight en su nueva serie: El coche fantástico (Knight Rider), una tontada divertidísima de gran éxito en su día y hoy auténtica obra de adoración para los fanáticos de la estética ochentera, y que sin comerlo ni beberlo llegó a durar cuatro temporadas, hasta 1986, alcanzando los 90 episodios.
El éxito de la serie no supuso para Hasselhoff el salto a la gran pantalla en calidad de star, y se limitó a participar en películas tan lamentables como la cinta de terror La casa 4 (aka Encuentro con la maldad), con Linda "¿Has visto lo que hace la cochina de tu hija?" Blair o la cinta que hoy nos ocupa: Reto final. Estaba claro que el actor era carne de televisión -su faceta como cantante melódico es demasiado hasta para esta sección-, algo que demostraría el inmediato e impresionante éxito de Los vigilantes de la playa (Baywatch): una descomunal tontería (sí, otra) que duró, atención señoras y señores, 11 temporadas y 220 episodios, y en la que Hasselhoff interpretaba a Mitch Buchannon, cabecilla de un grupo de socorristas que a la vez que salvaban las vidas de bañistas con corte de digestión se enfrentaban sin despeinarse a narcotraficantes, terroristas, secuestradores, diseñadores de interiores y demás enemigos del bienestar público. No obstante, la base de los socorristas no era sino una tapadera de una operación que consistía en reciclar a modelos, strippers y camareras de buen ver aspirantes a actrices: de allí salieron nombres (y delanteras) como los (y las) de Pamela Anderson (sin duda, la figura -y qué figura- más emblemática de la serie), Alexandra Paul, Yasmine Bleeth, Erika Eleniak, Gena Lee Nolin, Nicole Eggert, Krista Allen, Carmen Electra o Donna D'Errico como aguerridas vigilantas que corrían de un lado a otro de la playa, sin olvidar breves papeles para Vanessa Angel, Lisa Boyle, Jenny McCarthy, Elizabeth Berkley, Nikki Cox, Bobbie Philips, Mila Kunis o Brande Roderick, por citar unas docenas de pectorales entre miles de ellos.
Pero centrémonos en Reto final, porque (razonablemente, visto lo visto) nos vamos por los cerros de... de... ¿de dónde demonios era la playa de Los vigilantes de la ídem? En fin, que eso... Que Reto final... Bajo título tan genérico, que podría valer para cualquier thriller de los años 80, 90 y décadas siguientes rodado directamente para el videoclub de la esquina, se esconde The Final Alliance ("La alianza final"), título bastante inexplicable porque lo de la "alianza final" tiene bastante poca importancia, y no sé si acabo de ver que sea esto una alianza... pero bueno, vamos a lo que vamos: Hasselhoff interpreta, o hace como que interpreta, a Will Colton, un individuo solitario que vuelve a su pueblo natal después de muchos años de ausencia. Dicho pueblo, que según la película se llama Goldcrest ("Cresta dorada") y según todas las sinopsis del film se llama Plainview (otro de los muchos enigmas que rodean a película tan enigmática), está dominado por una banda de criminales moteros (sí, como en El ojo del tigre, de la que hablamos hace nada) que cuentan con la complicidad del sheriff corrupto (sí, también como en El ojo del tigre).
Pronto descubrimos que Colton es el único superviviente de una matanza ocasionada por la banda de moteros liderada por el misterioso Ghost ("Fantasma"), un villano de tebeo al que interpreta con genial sorna el grandísimo John Saxon, convirtiendo su papel, sin género de dudas, en lo mejor de la función: resulta que Ghost es un tipo albino, de piel blanca, pelo blanco y hasta ojos sin pigmentación, de ahí su simpático apodo. Al parecer, Ghost y los suyos asesinaron a algún incauto, y el padre del protagonista fue testigo del crimen... por lo que decidieron perseguir y matar a la familia al completo. También habían violado a una enfermera al salir del trabajo... ¿O eso pasaba en El ojo del tigre? No sé, ya me lío yo con tanto motero y tanto tigre y tanto puma.
Porque, olvidaba mencionarlo, el único amigo de Will Colton es un puma llamado Félix -me extraña mucho que los productores no pujaran por los derechos de tema tan ecológico como "Mi amigo Félix", de Enrique y Ana, que aquí venía al pelo para el soundtrack del film-. El felino acompaña a Colton a todas partes, y le ayuda en su búsqueda de venganza... hasta que uno de los moteros lo mata fuera de campo, para no vérselas con la Sociedad Protectora de Animales ni tener que apoquinar por lo que valdría un puma de pega.
Llegado ese momento, la venganza es imparable. Tocar a la chica del protagonista (una tendera que es objeto también de las amables atenciones de Ghost, entre caricias y ostias varias) tiene su peligro, pero tocar a su puma ya es imperdonable. Así pues, Colton, primero en solitario y luego con la ayuda de varios ciudadanos que por fin se rebelan al dominio del sheriff (encarnado por el gran Bo Hopkins [ver simpática foto inferior], aquí [en la película, no en la foto] caricaturesco hasta la extenuación) y los moteros, desata una espiral de violencia tocado a veces con su sombrero de cowboy, y en otra ocasión vestido como un silencioso y letal ninja (y juro que esta vez no me confundo con El ojo del tigre ni con ninguna otra película; todo esto pasa en la misma).
Llegado este punto hay que explicar cómo se originó semejante desproposito. El director de tal engendro, Mario Di Leo, que en ocasiones también firma con el revelador y obvio (?) seudónimo de Leland Nakahara, debutó en la dirección de largometrajes con este Reto final, y comprensiblemente nunca ha vuelto a dirigir una película. El resto de su obra tras la cámara se reduce, anteriormente, a episodios de El Equalizador, Alfred Hitchock presenta..., Crime Story, Corrupción en Miami, A Man Called Hawk... y un capítulo de Los vigilantes de la playa, que sin duda supuso el nefasto contacto con Hasselhoff que daría pie a este bodriete de sobremesa. Posteriormente ha cumplido su pena, limitándose a filmar más episodios, esta vez de Los Intocables, Babylon 5 y Xena, la princesa guerrera.
En fin, como imaginarán, Reto final es una película grandiosa, con interpretaciones de primer orden que se ven todavía mejoradas si cabe por el doblaje español, asistiendo a episodios en los que los malosos golpean al protagonista al grito de "¡Toma!", "¡Dale una buena!" o "¡Tendrás lo que te mereces, sucio bastardo!", demostrando que en el ámbito de la cultura (popular) española las cosas no han cambiado tanto desde los tiempos del Jabato, el Guerrero del Antifaz, el Capitán Trueno o Roberto Alcázar y Pedrín. Es más, juraría que el villano exclama "¡Ostras, Pedrín!" justo antes de que su avión explote con él dentro... pero igual son fantasías mías. E igual esta película tampoco existe y solo la he soñado. Porque, desde luego, una pesadilla lo parece.
Pese a la extensa mencion sobre los Vigilantes de la Playa, no has mencionado la vida nocturna de Mitch Buchannan en Nigthwatch porque es digna de una reseña propia ¿no?.
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