De lamentable, absurda y hasta peligrosa puede calificarse la decisión del gobierno chino de prohibir la venta de productos audiovisuales que contengan "elementos de misterio y horror" con el fin de "proteger el desarrollo psicológico de niños y adolescentes".
La Administración Estatal de Prensa y Publicaciones del país ha emitido una circular en la que se establece una campaña contra las "historias de ficción y personajes de aspecto extraterrestre, ideados con el único objetivo de causar terror", y que aboga por que los autores que actualmente estén produciendo películas de este género, de tanto éxito en países asiáticos como Japón, Corea del Sur, Vietnam o la propia China, "borren cualquier alusión a misterio u horror".
Todo empezó en mayo de 2007, cuando en Pekín se ordenó retirar de los kioscos todas las revistas, de gran popularidad entre niños y adolescentes, que incluían historias de fantasmas. El germen de esta prohibición se encuentra en el éxito del cómic Death Note, así como en sus adaptaciones en anime e imagen real: historias donde los protagonistas pueden escribir el nombre de alguien y las circunstancias de su muerte deseada en su cuaderno de muerte y acto seguido aquel fallece realmente tal y como se ha especificado.
Se trata de la segunda campaña contra contenidos audiovisuales que emprende el gobierno chino en los últimos meses, después de que el pasado mes de septiembre se lanzara una contra productos eróticos en televisión y radio, y que supuso la retirada de 2.000 anuncios y el cierre de siete emisoras de radio.
Lo que China pretende hacer va no ya en contra de la tradición más antigua de las artes narrativas, sino de la propia naturaleza humana: la sensación de terror es, ante todo, un mecanismo de defensa que funciona a diario en nuestra vida cotidiana, y su manifestación en forma de ficción ha servido desde siempre para algo tan beneficioso para el organismo como es liberar tensiones y estrés acumulado. Por ello, desde siempre se han contado cuentos de miedo antes de ir a dormir o a la luz del fuego en una acampada, y elementos propios del género salpican en mayor o menor medida cuentos populares de tradición oral que finalmente han sido fijados por escrito. ¿Cuánto tiempo queda hasta que se prohíban los cuentos de Andersen o los hermanos Grimm?
Desde aquí manifestamos nuestra absoluta repulsa contra esta medida del gobierno chino, que nos recuerda al caso tristemente célebre de la crisis del comic book de género en los Estados Unidos de mediados de la década de los 50, tras la denuncia del psiquiata Fredric Wertham y su libro Seduction of the Innocent, y que supuso un duro golpe contra la industria en general y los deliciosos tebeos de EC Comics de William Gaines en particular.
No lo olvidéis: el Gran Hermano te vigila.
"¡No a las Olimpiadas! ¡No al deporte olímpico! ¡No al dinero público echado a perder en las retransmisiones olímpicas chinas! ¡Boicot a TVE 1, boicot al puto Colacao y a las compresas Ausonia!"
ResponderEliminarEl horror siempre es social, ese es el miedo. Nada de tragedias griegas ni peladas mazorcas, el gobierno chino sabe muy bien lo que hace: ahogar la imaginación. No pueden permitir que cualquiera desarrolle esta capacidad, tan solo aquellos que son encauzadas a través de determinados organismos para el control de las informaciones pueden permitirse imaginar, por supuesto, entre los estrechos límites marcados por el beneficio de la tribu de los mínimos: las más detestables y pretendidamente civilizadas criaturas de la China, formado por una ínfima parte de la totalidad del grupo social y que, no se duda ya de ello, ni siquiera son todos chinos.
¡Abajo el Cómite Olímpico Internacional! ¡Que se vayan a Marte con ese circo!
Ismael, el Espermatozón Rodríguez.
[Por un Tibet sin militares chinos, y por un Tibet sin monjes ni dalalalais en llamas.]
Entonces ¿estan declarando proscrita "Una historia china de fantasmas"?....
ResponderEliminarA ver si Jack Bauer encuentra un dia para dedicarselo a las autoridades censoras chinos antes de que decidan prohibir las pelis de artes marciales.
(y que conste que como miedica patologico nunca le he acabado de encontrar la gracia a eso del cine de terror)