martes, 22 de enero de 2008

Bodrios que hay que ver: Destroyer (Brazo de acero)

Empecemos estas líneas con una confesión privada: un servidor tiene en común con Quentin Tarantino no solo una cinefilia completista y enfermiza y la capacidad de hablar muy rápido de lo que nos gusta a ambos (aunque a mí se me entiende y a él no porque él habla en inglés), sino el haber trabajado en un videoclub. Vale, lo suyo fue algo profesional y lo mío tan solo echarle una mano a mi padre cuando trabajaba en un negocio de electrodomésticos, venta de cassettes y vinilos (los cds eran cosa del futuro) con videoclub incorporado... Pero eso no quita que parte de mi desviación cinéfila pueda deberse a las carátulas de cientos de productos infectos que me hipnotizaban desde las estanterías durante varios fines de semana consecutivos. O igual fue porque el primer disco que vendí fue The Final Countdown de Europe, que eso también marca.



Pero retomemos el hilo: de esos lamentables engendros que poblaban aquellas polvorientas estanterías, muchos acababan viniéndose para casa cuando de tanto alquilarlas ya no se veían como debieran, o simplemente había que hacer hueco para las novedades en un local que no daba más de sí. Y entre esas cintas que nos llevamos con premeditación y alevosía, y donde había joyas como Zona de guerra: el parque o Corridas de alegría (con perdón), estaba la maravilla de la que hoy hablaremos: Destroyer (Brazo de acero), una película que como muchos de mi generación vi una y otra vez durante mi infancia y primera adolescencia. Aunque yo fui un privilegiado y no tuve que alquilarla, claro. Chincha, chincha...

Pero luego vinieron los años de descubrir a grandes cineastas de la historia del cine, y colocando un poco de cinta adhesiva en la muesca de seguridad de la cinta VHS, podías mandar a Destroyer a dormir el sueño de los justos y grabar encima algo de Bergman o de Godard, que molaban mucho más (o eso creías entonces). Ahora, pasado el tiempo, se te presenta la oportunidad de recuperar esta joya del cine italiano de los años 80... y descubres que es una maravilla. Un bodrio también, desde luego. Pero una maravilla.



Destroyer fue dirigida en 1986 por Sergio Martino, que aquí firma como Martin Dolman para parecer más internacional y más cool. Su título original es Vendetta dal futuro, y el anglosajón Hands of Steel. Títulos ambos bien chulos pero no tanto como ese Destroyer Brazo de acero), sin paréntesis inicial en la carátula española, que provocaba en el espectador, a priori, un gran número de emociones sin parangón.

Pero vayamos al argumento: la acción arranca en un futuro casi postapocalíptico (y digo casi porque no había presupuesto para hacerlo postapocalíptico del todo), donde un señor mayor ciego y confinado a una silla de ruedas, oculto junto a algunos seguidores en un motel de mala muerte, ejerce de gurú de toda una generación defendiendo el consumo de las energías naturales y acusando a grandes multinacionales de la falta de recursos y la lluvia ácida que atormentan al planeta. Estas empresas envían a un individuo llamado Peter Queruak a matar a anciano tan agitador de un solo golpe (de ahí lo de "brazo de acero"). Pero en el último momento el sujeto se lo piensa y se limita a dejarlo inconsciente y huir del lugar.



Acto seguido, el protagonista huye a California, donde acaba encontrando trabajo en un motel de carretera, y con cuya dueña, Linda, acabará teniendo un idilio... lo que provocará las envidias de los camioneros del lugar y varios enfrentamientos y combates de pulsos entre ellos. Mientras tanto la Policía busca al fugitivo, por no hablar de dos asesinos a sueldo pagados por la compañía para la que trabajaba el protagonista y a la que ha traicionado no cumpliendo con su trabajo...

Conforme avanza la acción, nos enteraremos de que Peter Queruak es, al parecer, un veterano de guerra que se vio sometido, al más puro estilo Arma X / Lobezno de Marvel Comics, a un experimento para crear un asesino perfecto, sustituyendo partes de su cuerpo por pieza electrónicas y mecánicas. Esto es, un cyborg. Hay que ver el vocabulario que aprendía uno de pequeño con el cine de calidad...



Como pueden apreciar, y como buena exploit que es, Destroyer bebe de diversas fuentes: la referencia más socorrida es, claro, la del Terminator de James Cameron, estrenada tan solo dos años antes (estos italianos no se dormían en los laureles, precisamente). También toma elementos de la saga Mad Max (el universo apocalíptico donde empiezan a faltar recursos) y de Blade Runner (la rebeldía de los seres artificiales; y el cyborg femenino que aparece hacia el final puede resultar de una mezcla entre las replicantes encarnadas por Daryl Hannah y Joanna Cassidy en la peli de Ridley Scott).

Tampoco faltan los que piensan que el engendro que nos ocupa imita descaradamente a Yo, el halcón, uno de los mejores bodrios de Sylvester Stallone, en lo referente a los combates de pulsos... pero el film dirigido por Menahem Golan (otro al que hay que darle de comer aparte) es de 1987. Así que, por lo tanto, podemos decir que Sergio Martino es todo un precursor. O eso, o los norteamericanos hicieron un exploit del exploit. Algo así como un rexploit o un megaexploit. Bonitos términos estos.



Llegados a este punto, dejemos bien clara una cosa: Sergio Martino mola. Y mola mucho. No todo el mundo puede presumir de poseer una filmografía con títulos tan chuscos y malrolleros como Lo strano vizio della Signora Wardh ("El extraño vicio de la señora Wardh"), titulada en España La perversa señora Ward; I corpi presentano tracce di violenza carnale ("El cuerpo presentaba marcas de violencia carnal"), aunque aquí se la conozca solo como Violencia carnal o por su título anglosajón, Torso; La Polizia accusa, il Servizio Segreto uccide ("La Policía acusa, el Servicio Secreto mata"); o la mejor de todas todas: Il tuo vizio è una stanza chiusa e solo io ne ho la chiave ("Tu vicio es una habitación cerrada y solo yo tengo la llave"). Reconozcan que para titular así una película hay que tenerlos bien puestos.

Pero es que si además eres el autor de una película como La montaña del dios caníbal, un film de aventureros enfrascados en ambientes exóticos y peligrosos protagonizado por Stacy Keach y Ursula Andress, y que dado su parecido superficial con las pelis de Indiana Jones y demás imitaciones fue emitido por TVE hace un porrón de años en horario infantil para consiguiente trauma de toda una generación sometida a canibalismo, castraciones y otros actos de violencia en prime time, como poco te mereces un monumento en cada plaza.



En cuanto al protagonista, Daniel 'Cara de palo' Greene, resulta curioso darse cuenta de que un actor cuyo currículo se sustentaba sobre todo en haber participado en Falcon Crest y Santa Barbara se haya limitado en los últimos años a interpretar breves papeles en todas y cada una de las películas de los hermanos Farrelly: se le puede ver en Vaya par de idiotas, Algo pasa con Mary, Yo, yo mismo e Irene, Amor ciego y Pegado a ti. Bueno, en Algo pasa con Mary no le verán porque sus escenas como "el hombre de Pizza House" (sic) fueron eliminadas del montaje final. Una pena. En fin, un día de estos habrá que estudiar cuidosamente el vínculo que une a la pareja de realizadores con este gran actor. Como única explicación veo, como poco, una conspiración judeomasónica.

Junto a Greene y Janet Agren, Linda en el film, cabe destacar dos presencias de culto como los malosos del film: George Eastman, mítico protagonista de Gomia (Terror en el mar Egeo) de Joe D'amato, y presente en títulos tan emblemáticos como Semáforo rojo de Mario Bava o 1990: Los guerreros del Bronx de Enzo G. Castellari, interpreta aquí a un rudo camionero que verá en el protagonista una amenaza debido a poco menos que una envidia casi infantil. El otro intérprete a destacar es nada más y nada menos que John Saxon, aquí como impagable villano en la sombra. Si les tengo que explicar a estas alturas quién es John Saxon, mejor lo dejamos.



Por lo demás, una auténtica gozada a ritmo de sintetizador de Claudio Simonetti (uno de los Goblin populares por sus colaboraciones con Dario Argento), con temas que se han convertido en clásicos (o que nos lo parecen porque son clavaditos a otros que sí lo son); un film que, más allá del cutrerío técnico de las imágenes y la excesiva deuda con los modelos a los que imita (por no decir sablea) a conciencia, se deja ver con agrado porque va al grano y porque demuestra una valentía sorprendente para un producto de estas características, que arranca con imágenes de vagabundos olvidados de la mano de Dios en las calles de la ciudad y acaba con la amargada confesión del protagonista a la chica acerca de sus sospechas de ser un robot todo él: "quizás Peter Queruak no haya existido nunca". Acojonante. Y acto seguido, un mensaje sobreimpreso: Las imágenes que acabamos de ver son las de un futuro muy cercano. La Era Cyborg ya ha comenzado. Doblemente acojonante.

[Agradecimientos a Viruete.com por los fotogramas del film, así como por su encomiable labor de recuperación del cine más infecto jamás rodado.]

8 comentarios:

  1. Yo también estoy bajando esta película gracias al post de viruete... a ver que tal...

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  2. Anónimo8:08 a. m.

    Siempre estuve fascinado por esa caratula, pero nunca llegue a alquilarla que yo respetaba las calificaciones de edad....una pena.
    Y en la tele una vez que la pusieron la pille empezada. Y es que hay pelis que se resisten a ser vistas (me pasó durante mucho tiempo con Gigante)

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  3. Impresionante... Hablar de DESTROYER y de GIGANTE en un mismo párrafo no resulta fácil para muchos... :-)

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  4. Anónimo5:54 p. m.

    Supongo que es lo bonito de hacer comentarios bajo la cabecera "Bodrios que hay que ver"
    ¿no?

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  5. No, no, si me parece maravilloso... :-)

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  6. Bodrio de película que todos deberían ver es genial

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  7. En la misma estanteria de ese videoclub había otro bodrio parecido que vi 4 o 5 veces 'crepozoides'

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  8. "Crepozoides" también tuvo su entrada correspondiente:

    https://abandonadtodaesperanza.blogspot.com/2009/01/bodrios-que-hay-que-ver-crepozoides.html

    Un saludo y gracias por la visita.

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