domingo, 16 de diciembre de 2007

Deseo, peligro: Máscaras



Que Ang Lee es uno de los directores más versátiles, al mismo tiempo que uno de los más competentes, del panorama internacional contemporáneo es algo que nadie puede poner en duda: ¿qué otro realizador puede presumir de una filmografía tan sólida y a la vez tan variada como el cineasta taiwanés? Téngase en cuenta que llevan su firma películas tan dispares como las de la trilogía intimista que puso su nombre en el mercado internacional (Pushing Hands, El banquete de boda, Comer, beber, amar), la adaptación de la novela de Jane Austen Sentido y sensibilidad (y la primera que lo acercó al Oscar), la soberbia La tormenta de hielo (posiblemente, su mejor película, y curiosamente de la que menos se acuerda todo el mundo), Cabalga con el Diablo (al contrario, su peor trabajo, un neowestern que justamente no convenció demasiado), Tigre & Dragón (otro de los grandes éxitos de su obra, Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, entre otros muchos galardones), Hulk (su film más vilipendiado, a la vez que una más que interesante revisión del tema del Monstruo y una de las versiones de cómics superheroicos más curiosas por su heterodoxia) o Brokeback Mountain (que por fin le valió el Oscar al Mejor Director, además de varios premios en festivales especializados).



Ahora, tras su periplo norteamericano, Ang Lee vuelve a su China natal para rodar Deseo, peligro, otra de sus más grandes cintas, y que demuestra que estamos ante uno de los cineastas actuales con mayor vocación de clásico: su cine parece obviar la producción mundial de las últimas décadas, y aunque algunos hermanan este su último trabajo con cineastas coetáneos de la talla de Wong Kar-wai (más por la cita explícita de emplear a Tony Leung, actor fetiche del autor de In the Mood for Love, que por influencias más patentes), el film que nos ocupa mira más bien directamente al cine clásico de Hollywood y a referentes tan diáfanos como Casablanca de Michael Curtiz o Encadenados de Alfred Hitchcock.



El film, basado en un relato de Eileen Chang, es una excelente muestra del séptimo arte entendido como ejercicio neoclásico, y hace gala de un equilibrio perfecto entre la sensibilidad del cine asiático, patente en el gusto por el detalle y en la importancia de lo sensorial, y la construcción narrativa in crescendo propia del cine occidental, con la mirada puesta sobre todo en la obra del mencionado Hitchcock.



La impronta del Maestro del Suspense es importantísima en Deseo, peligro, un film cuya acción arranca en el Shanghai de 1942 para luego retroceder cuatro años y contarnos el nacimiento de la consciencia política de carácter contestatario de la protagonista, Wong Chia Chi, una joven china que primero se convertirá en actriz de teatro amateur y más tarde en miembro de la resistencia china contra la ocupación japonesa.



Como puede verse, otra de las películas actuales con las que Deseo, peligro parece tener bastante en común es con El libro negro, el film de Paul Verhoeven: al igual que en esta, en la cinta de Ang Lee asistimos a la formación de una mujer como espía y terrorista contra un régimen impuesto, una mujer que se verá obligada a fingir primero amistad y luego atracción respecto del Monstruo, aquí el señor Yee, un chino colaboracionista con el gobierno japonés que acabará dirigiendo el Servicio Secreto.



De esta forma, el recuerdo de Encadenados -donde la espía interpretada por Ingrid Bergman entrará en un peligroso triángulo cuyos otros dos ángulos son su compañero Cary Grant y el amigo de los alemanes, Claude Rains, enseguida prometido de la protagonista- no tarda en aparecer en la memoria del espectador; pero, como señalábamos, no será la única cita al cine de Hitchcock: en un programa doble ofrecido del citado Cary Grant ofrecido por un cine de la ciudad, la protagonista (que Lee muestra como una sentida aficionada al cine) declinará la oferta de Sospecha (ya hay demasiadas intrigas en su vida como para optar por tal modo de evasión) y preferirá la más edulcorada Serenata nostálgica.



Las escenas de sexo del film han levantado ampollas tanto en China como en Hollywood: al igual que sucedía en Encadenados, la protagonista se verá obligada a prostituirse por la causa, si bien el nuevo signo de los tiempos ha permitido a Lee mostrar lo que el autor de Los pájaros no pudo enseñar en su día. No obstante, esto le ha valido problemas con la censura de su país y que la película se haya estrenado en Estados Unidos con siete minutos menos de duración, para permitir el acceso al film de menores de 17 años acompañados de adultos.



En Europa, por suerte, podemos ver la versión íntegra de Deseo, peligro, y enseguida comprobamos que solo en la desnudez del cuerpo de la protagonista y en sus encuentros sexuales con Yee, marcados por la sinceridad de sus cuerpos y las mentiras de sus pensamientos, podemos entender el conflicto de una mujer entre su deseo y su convicción, las máscaras que se pone como actriz-espía y su verdadero rostro, que Lee nos deja ver en contadas ocasiones, y que subrayan la valía como intérprete de la joven debutante Tang Wei, verdadera revelación de un film de gran envergadura: ambos, la película y su protagonista, van a dar mucho que hablar.

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