miércoles, 3 de octubre de 2007

La mirada asesina

Larry Cohen siempre ha sido mejor guionista que director, y por ello algunos de sus mejores y/o más célebres trabajos han sido dirigidos por otros, de Yo, el jurado de Richard T. Heffron, según la novela protagonizada por Mike Hammer, a la más reciente Captivity de Roland Joffé, pasando por Bestseller de John Flynn o Última llamada de Joel Schumacher.



De su carrera como director destacan films tan curiosos como los que conforman su trabajo más célebre, la trilogía de ¡Estoy vivo!, una fábula antiabortista (o proabortista, según se quiera entender) en clave de terror de serie B; sin olvidar la muy inquietante Demon, también conocida como God Told Me To, o las muy divertidas In-natural (The Stuff) y Q, la serpiente voladora.

Pero si hay un trabajo suyo que merece reivindicarse, aunque en él se plasman tanto las virtudes como las carencias más definitorias de su realizador, ese es Special Effects, un tan fascinante como desconcertante thriller estrenado en 1984 y protagonizado por Zoe Tamerlis, Eric Bogosian, Brad Rijn y Kevin O'Connor.



En el film, una actriz de escaso éxito es asesinada por un director de cine (al que da vida un competente Eric Bogosian, el mejor del reparto) con el que tiene un rollo de una noche. A continuación, el marido de la actriz es sospechoso del crimen y por tanto detenido. Pero el director de cine paga su fianza para que colabore con él en un inusual proyecto: la recreación de la vida, milagros y muerte de la víctima, empleando como actores a aquellos que la conocieron de verdad y que se interpretarán a sí mismos.

Como no podía ser de otra forma, la actriz Zoe Tamerlis -que había debutado tres años antes con su verdadero nombre, Zöe Lund, en la hoy de culto Ms. 45 (Ángel de venganza) de Abel Ferrara- interpreta, como Kim Novak en Vertigo, el doble papel de la actriz asesinada y de la chica del archivo cinematográfico que por su gran parecido con la anterior debuta delante de las cámaras en, claro está, el papel de su vida.



Y es que de Special Effects siempre se ha dicho que es la película hitchcockiana por excelencia de su director: efectivamente, una vez se sientan las bases de la trama no es difícil ver rasgos de la filmografía del autor de Psicosis, sobre todo en lo referente a la intriga que rodea a los protagonistas y al empleo (solo momentáneo) del recurso del falso culpable, tan querido por Hitchcock, y aquí representado por un marido celoso y violento en el que pronto recaen las sospechas de la Policía. Pero más que a Vertigo, el film de Hitchcock al que más se parece éste probablemente sea Frenesí, uno de los trabajos más modernos y arriesgados de su autor, y en el que conocemos la identidad del asesino desde el primer momento, mientras la Ley sigue persiguiendo incansablemente a un pobre inocente.



Pero conforme avanza la historia, enseguida adivinamos que las referencias de Cohen que predominan son otras, como El fotógrafo del pánico de Michael Powell (todo un ensayo, en clave de ficción, sobre la mirada del voyeur como arma homicida) o el cine de, precisamente, los dos discípulos más aventajados de Hitchcock, a ambos lados del charco: el norteamericano Brian De Palma y el italiano Dario Argento. En la mirada sucia de ambos realizadores, la de Hermanas o -sobre todo- Doble cuerpo del primero, y la de la temprana "Trilogía animal" del segundo, encontramos los referentes temáticos y formales de esta Special Effects. Para entendernos: el film de Cohen se parece mucho más a la Fascinación de De Palma que al Vertigo original del orondo realizador británico.



Lástima que lo humilde de la producción y el limitado trabajo de los intérpretes (particularmente el de un lamentable Brad Rijn como marido de la víctima), esto último acentuado si se sufre la película con su penoso doblaje español, impidan que Special Effects sea la gran película que podría haber sido. Pero de todas maneras merece verse, y siempre más como perversa representación de la obsesión de la figura del cineasta por alcanzar lo sublime que como película de suspense.

[Fotografía: Kim Novak y Alfred Hitchcock en el rodaje de Vertigo.]

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