Para el que esto firma, Smoking room es una de las más grandes películas españolas de todos los tiempos, gracias a un espléndido trabajo de dirección por parte del argentino Julio Wallovits y el catalán Roger Gual; un impresionante reparto, en su mayoría masculino, con trabajos memorables de Eduard Fernández, Chete Lera, Antonio Dechent, Manuel Morón, Juan Diego, Ulises Dumont o Francesc Garrido, por citar algunos; y un guión magnífico, sin fisuras, donde cada palabra y cada mirada tienen su razón de ser. Todos ellos elementos que hicieron de esta película un trabajo a revisitar continuamente sin que pierda ni un ápice de emotividad y provocación.
Tras el éxito de crítica del film, sus realizadores tomaron caminos distintos: si Wallowits optó, tras filmar un par de cortometrajes, por realizar un trabajo tan experimental y a contracorriente como La silla, Gual decidió todo lo contrario: continuar por la senda de su opera prima y concebir otra historia de conflictos interpersonales en un marco espacial y temporal muy concreto. El resultado fue Remake.
El film, estrenado el año pasado, narra el reencuentro de un grupo de amigos, que vivieron en una comuna hippie en los años 70, y que ahora se han visto, menos uno de ellos, integrados en la sociedad de consumo actual.
Pero las cosas han cambiado, y todos ellos tienen hijos que ya están en la treintena, y que no faltarán a la reunión. Como es lógico, el choque generacional pronto se hace patente, y salen a relucir no solo las diferencias entre una y otra generación (los hijos creen que sus padres son unos fracasados que no lograron cambiar el mundo, y que impusieron como los suyos su manera de ver las cosas; los padres ven en sus hijos también parte de su propio fracaso), sino también entre los distintos miembros de cada generación.
El film está coescrito por Gual y el escritor Javier Calvo, y cuenta en su reparto, como es lógico, con actores veteranos (Juan Diego, Silvia Munt, Eusebio Poncela) y jóvenes intérpretes (Alex Brendemühl, Gustavo Salmerón, Marta Etura) del cine español. A destacar igualmente la presencia en breves roles de actores que ya trabajaron con Gual en Smoking room: atentos a las breves apariciones de Francesc Orella, Chete Lera, Antonio Dechent y Manuel Morón.
Como podrán imaginar, Remake sería una película que, al igual que Smoking room, podría adaptarse sin mucha dificultad y verse convertida en obra teatral: la acción física a lo largo de la misma es mínima; lo importante son los diálogos escritos por Gual y Calvo puestos en boca de un compacto grupo de actores eficientes. Por lo tanto, gustará a aquellos que disfrutaron del debut de su realizador, si bien no está a la (casi imposible) altura de aquella.
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