Después de realizar dos clásicos contemporáneos del género como La matanza de Texas y Poltergeist (aunque las malas lenguas sigan afirmando que buena parte de esta última la filmó Steven Spielberg, productor de la cinta), Tobe Hooper podría haberse dedicado a vivir de las rentas. En realidad ha venido haciendo algo parecido: su filmografía posterior oscila entre lo simplemente decente y lo decididamente mediocre, moviéndose muchas veces en el terreno de films hechos directamente para televisión o vídeo; y es indiscutible que su genio nunca ha vuelto a brillar como en las películas sobre la familia matarife de Texas o los pobres que compraron una casa edificada sobre un antiguo cementerio.
Un buen ejemplo de esto es Mortuary, su último largometraje, estrenado aquí directamente en formato doméstico dos años después de su realización: de nacionalidad australiana y protagonizado por Denise Crosby, el film es una variación del cine de zombis a partir de una antigua maldición que se contagia como un virus.
Hooper opta aquí por combinar terror y humor, más descaradamente que en su anterior La masacre de Toolbox, y curiosamente el humor gana la partida con creces. Porque el terror de Mortuary es de lo más rutinario e inofensivo, muy lejos del estremecimiento que lograra en la seminal La matanza de Texas (todavía hoy insuperable en muchos sentidos).
En cuanto a Brian Yuzna... Llamarlo "maestro del terror" quizá sea exagerado, pero ahí está su labor como impulsor de la por lo general fallida Fantastic Factory de Filmax, donde ha producido cintas de Stuart Gordon (Dagon), Paco Plaza (Romasanta) o Jaume Balagueró (Darkness), sin olvidar cintas previas como la fundamental Re-Animator, la recuperable Warlock (El Brujo) o Crying Freeman.
Ahora bien, su carrera como director es por lo general deleznable, con la salvedad de su debut: la interesante Society. Secuelas como La novia de Re-Animator o Beyond Re-Animator, la infausta Faust o su lamentable episodio para Necronomicon demuestran su escaso talento artístico... Algo que subraya su último largometraje, Bajo aguas tranquilas, una de las últimas producciones de la Fantastic Factory, como la de Hooper también de 2005.
El film, que cuenta con el interés de estar escrito por el crítico especializado y director del Festival de Sitges Ángel Sala, en compañía de su colaborador Mike Hostench, y a partir de una novela de Matthew Costello, intenta recuperar el ambiente ominoso de los relatos marinos de Lovecraft, pero queda lejos de captar esa atmósfera, algo que sí consiguió Stuart Gordon en la citada Dagon (La secta del mar). Como en esta, aquí volvemos a ver a Raquel Meroño... Y al veterano Paco Rabal lo sustituyen Josep Maria Pou y Manuel Manquiña.
¿Algo más a destacar de la cinta? Lamentablemente, nada. O sí: que es soporífera hasta decir basta, y su recuerdo se diluye segundos después de haberla visto. Ni siquiera se merece un puesto en nuestra sección "Bodrios que hay que ver". Con eso se lo digo todo.
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