jueves, 5 de julio de 2007

Contrato con Dios: Una obra maestra sobre la forja de América

El tan traído y llevado término de novela gráfica, hoy de más actualidad que nunca a partir de las adaptaciones cinematográficas del noveno arte, y muchas veces utilizado como eufemismo para no hablar de cómics, tebeos o historietas (términos tan injustamente denostados), nació en 1978 de la mano de Will Eisner.




Fue en ese año que Eisner concibió Contrato con Dios, y acuñó el término de novela gráfica para que resultara novedoso de cara a los editores. Para ello se inspiró, como señala en el ilustrador prólogo del volumen que ahora nos ocupa, en el trabajo de artistas gráficos experimentales de los años 30, como Otto Nückel, Franz Masareel o Lynd Ward.



El resultado fueron cuatro historias (la que da título al libro más "El cantante callejero", "El Súper" y "Cookalein") ambientadas en la Avenida Dropsie, una calle de ficción situada en El Bronx, una de las áreas más deprimidas de Nueva York, y en las que el creador de The Spirit nos permite ser testigos de la vida cotidiana de algunos de sus habitantes: Frimme Hersh, que regresa al hogar después de haber enterrado a su hija; Eddie, el cantante callejero que apenas saca unos centavos para pagarse su dosis de alcohol; el señor Scuggs, duro administrador del 55 de la Avenida; y otros muchos que aprovechan el verano para irse de vacaciones (o quedarse en casa aprovechando la ausencia de la esposa) e intentar dar algo de alegría, que no de sentido, a sus vidas.



El trabajo de Eisner en Contrato con Dios es modélico: por una parte, ofrece un fresco coral entrelazado a la perfección, en el que el lector no se pierde jamás, y cuyo interés se mantiene de principio a fin; y, en lo que al apartado gráfico se refiere, es de una modernidad aplastante para un cómic que ya tiene casi treinta años: Eisner no cae nunca en el detallismo barroco, pero tampoco deja los escenarios desangelados, ni mucho menos; consigue crear una sensación espacial con su trazo y temporal con la sucesión de viñetas como solo los grandes maestros saben hacerlo. Véase, por ejemplo, el arranque de la historia "Contrato con Dios", con el protagonista en la oscuridad y bajo la lluvia fundiéndose con el entorno, subrayando así su desesperada situación.



El volumen, lujosamente editado por Norma Editorial, incluye también las otras dos novelas gráficas ambientadas en la Avenida Dropsie, y que poseen las citadas características de "Contrato con Dios": por un lado, "Ansia de vivir", larga narración en capítulos no independientes marcada por la crisis bursátil del 29, y que demuestra que la especulación inmobiliaria no es cosa del siglo XXI, mediante una historia cargada de ética y de visión antropológica e incluso mística y filosófica de lo que significa ser una persona.



Finalmente, "La Avenida Dropsie" concede su protagonismo a la propia calle, y a partir de sucesivas generaciones cuenta su historia al completo, desde 1870 hasta la época de su autor, más de cien años forjados con incendios, accidentales y (la mayoría) provocados, chanchullos inmobiliarios, enfrentamientos raciales y religiosos y una constante lucha por la supervivencia.



Si entendemos esta trilogía de La vida en la Avenida Dropsie como una obra unitaria, y no hay que hacer demasiados esfuerzos ni cábalas para lograrlo, no resultará complicado darse cuenta de inmediato de que estamos ante La Gran Historieta Americana, frente al concepto (este sí muy aceptado) de La Gran Novela Americana. Tal es su calidad narrativa, así como su importancia como representación de un extenso y relevante pedazo de la historia reciente de un país, la nación más poderosa del planeta.


Título: Contrato con Dios (La vida en la Avenida Dropsie)
Autor: Will Eisner (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: abril de 2007
502 páginas (bitono) - 30 €


[Fotografía 2.ª: Will Eisner.]

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