Ninguna de las dos películas que comentaremos a continuación es precisamente una obra maestra del cine de terror, pero una de ellas despierta nuestras simpatías y la otra no nos provoca otra sensación que no sea la de rechazo. Intentaremos explicar el porqué.
El regreso (The return) es una producción norteamericana dirigida por Asif Kapadia y protagonizada por Sarah Michelle Gellar. La popular Buffy televisiva interpreta a una joven atormentada por hechos pasados que no recuerda con claridad y que se manifiestan a través de visiones y sueños, imágenes de las que desconoce su origen exacto y si remiten a acontecimientos que le ocurrieron a ella y no recuerda o bien le sucedieron a otra persona.
Conforme avanza la acción del film, donde tienen una presencia destacada un tipo rudo que fue acusado del asesinato de su mujer, así como el propio padre de la protagonista (al que encarna el actor y escritor Sam Shepard), las piezas del film van casando, y al final descubrimos quién es el culpable del citado crimen y qué relación tiene la protagonista con todo ello.
Pero cuando esto ocurre, al espectador le importa ya bien poco cualquier explicación de lo que lleva viendo en los últimos ochenta minutos: enseguida nos damos cuenta de que El regreso es un lamentable intento de hacer un film de terror serio, que ofrezca un papel igualmente serio a la Gellar, alejado de los habituales roles adolescentes del horror teen... pero que finalmente se descubre tan adocenado, rutinario y simplón como aquel.
Bastante de teen tiene otro film que hemos visto recientemente, la producción japonesa Stacy, cuyo subtítulo para la distribución internacional, Attack of the schoolgirl zombies, revela por un lado su espíritu de pura serie B, a la vez que subraya uno de los elementos primordiales de su argumento.
Y es que en el Japón (y en el resto del mundo) de principios del siglo XXI se ha desarrollado una epidemia que lleva a las adolescentes de entre 15 y 17 años a morir y resucitar como muertas vivientes sedientas de sangre. Esto lleva al gobierno a desarrollar equipos de remate encargados de volver a liquidar a estas zombis con traje de colegialas.
Más allá del gore desatado y de la divertida socarronería de la cinta, que no elude homenajes explícitos a iconos del género como George Romero y su saga de los muertos vivientes (especialmente la tercera entrega, El día de los muertos, de la que en ocasiones este film de Naoyuki Tomomatsu parece a veces un remake) o al Bruce Campbell de la trilogía Evil Dead, Stacy desarrolla ideas interesantísimas que subyacen bajo su aparentemente ligera trama, como el culto a algo tan efímero como la juventud, consiguiendo a la postre una aureola poética francamente atractiva y cargada de romanticismo.
Por ello, y a pesar de sus carencias y excesos, que la convierten en una cinta irregular, Stacy es una marcianada con estilo propio, realmente inconfundible por más que tenga muchos referentes, y que preferimos con creces a una cinta tan mediocre y mimética como El regreso... y otras similares.
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