A Adrián Santamaría
La tarjeta de presentación de una película como Brick es que se trata de una muestra de cine negro ambientada en un espacio y protagonizada por individuos por lo general ajenos al mismo: un instituto y un grupo de adolescentes.
En la historia que cuenta el film encontramos a un detective amateur que se enfrenta a todo y a todos por descubrir la verdad, algo que le cuesta varios puñetazos y casi perder la vida; también a su socio, apodado The Brain (El Cerebro), fiel compañero en sus pesquisas; y no pueden faltar mafiosos que trafican con droga, matones de tres al cuarto y femmes fatales... aunque se dediquen a estropear las vidas de sus semejantes entre clase y clase.
La acción de Brick arranca con Brendan, el protagonista de la historia, contemplando el cadáver de Emily, su ex novia. Enseguida descubrimos que dos días antes la chica le pidió ayuda por teléfono. A partir de esa llamada la vida de Brendan se convierte en una búsqueda obstinada por descubrir qué le ha ocurrido a Emily.
Y es que lo mejor de Brick es que Rian Johnson, su guionista y director, no se limita a jugar esa baza con la que arrancábamos este comentario para epatar al público con ella, sino que se toma muy en serio la historia que quiere contar, y olvidándose de la atractiva premisa conduce al espectador a través de una narración genuinamente noir, plagada de magníficos diálogos y un competente retrato de los personajes, entre los que destaca ese gángster adulto (porque ya cuenta con unos 26 años) interpretado por el ex niño prodigio Lukas Haas (Único testigo).
No faltan homenajes, tanto explícitos como implícitos, a los clásicos del género: se menciona un local llamado Pinkerton’s, que sin duda remite a la agencia de detectives Pinkerton, de extensa tradición histórica, donde Dashiell Hammett se curtió antes de escribir sus novelas de Sam Spade; y el protagonista no conduce (¿quizá porque todavía no tiene la edad para ello?) y tienen que llevarle en coche, como le ocurría a ese Philip Marlowe habitual de los taxis que encarnó Humphrey Bogart en El sueño eterno, según la novela de Raymond Chandler.
Una vez finalizada la película, que cuenta con algunas prometedoras estrellas femeninas como Nora Zehetner (Héroes), Meagan Good o Emilie de Ravin (Perdidos) como Emily, y cuando el espectador ya ha descubierto quién mató a la chica y por qué, varios son los cadáveres dejados atrás. Pero Rian Johnson se cuida mucho de decir que su protagonista o aquellos que le rodean han perdido la inocencia por el camino. Los periódicos nos enseñan a diario que cualquier día de estos los institutos dejarán de ser una novedad en el género negro.
Por lo que cuentas bien podría ser un capitulo de Veronica Mars.
ResponderEliminarPor fin la vió!!!
ResponderEliminarY Veronica Mars es muuuuucho más blantida (y soy fan de Veronica, que conste en acta). Es otro rollo de peli.
Me recuerda mucho al libro "no pidas sardinas fuera de temporada", segunda parte de "todos los detectives se llaman flanagan".
ResponderEliminarSeguro que la vere!
La vi varias veces en el avión a Tobago. Es un pedazo de película. Ayer precisamente estuvimos hablando de ella y sin duda debe ser de visionado obligado a todos los fans del género detectivesco.
ResponderEliminarYa la he visto. Muuuy chula. Efectivamente aunque la premisa ressulta similar a Veronica Mars, es muy diferente no porque sea mas o menos blanda si no por la sensacion que produce, si cierras los ojos el ritmo y los dialogos podrian estar saliendo de Robert Mitchum o de Bogart haciendo de Marlowe o de Sam Spade.
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