Con Hannibal: el origen del mal se demuestra que el exceso de explicaciones puede acabar con la fascinación que despierta lo apenas intuido o lo desconocido. Ya pasó con La matanza de Texas: el origen, si bien el film que relataba los orígenes de Leatherface y su familia homicida no pretendía ser más que un entretenido film de terror, y esta nueva entrega de Hannibal Lecter tiene unas pretensiones de cine de qualité que nunca se ven recompensadas.
Como su título explica, este film de Peter Webber opta por contar por qué el pequeño Hannibal llega a convertirse en el doctor Lecter, un peligroso sociópata caníbal, memorable personaje literario creado por Thomas Harris que debutó en la gran pantalla en el Manhunter de Michael Mann, y que se hizo popular gracias al éxito de la oscarizada El silencio de los corderos de Jonathan Demme.
En esta ocasión, no se puede decir que estemos ante una adaptación literaria con todas las de la ley, pues Harris ha optado por escribir la novela y el guión casi al mismo tiempo, y por lo visto en ambos ha cometido el mismo error: contar el origen de su personaje y justificar sus actos, lo que lo ha convertido en un asesino en serie más.
Y es que por más que la película muestre en sus fotogramas todo el dinero que se ha invertido en ella, por más que cuente con escenarios naturales de Europa y Asia, o por tener en su reparto a una presencia tan exótica y fascinante como Gong Li (la musa de Zhang Yimou y del cine chino por excelencia, que aquí se convierte en lo mejor de la función), no puede evitar que pronto nos demos cuenta de que estamos ante un típico slasher en el que el protagonista es sometido a abusos en su juventud (en esta ocasión, el asesinato de su familia y el canibalismo) y que años después convierte su vida en una incesante búsqueda de venganza contra los culpables que cuenta, en buena parte, con el beneplácito del público.
¿Se puede destacar algo positivo de este film? Pues bien poca cosa: quizá, además de la citada Gong Li, la presencia de Rhys Ifans, habitual actor de registro cómico que aquí compone un villano más que creíble. Gaspard Ulliel, por su parte, hace lo que puede con un personaje que tiene el peso de haber sido interpretado previamente por actores de la talla de Brian Cox y sobre todo de un Anthony Hopkins muy difícil no ya de superar, sino incluso de igualar. Pero el guión, que no se decide ni por la frialdad científica de El silencio de los corderos ni tampoco por el gore desatado y morboso del reivindicable Hannibal de Ridley Scott, se queda en tierra de nadie. Esto es, algo parecido a la anterior El dragón rojo; pero en aquella por lo menos Edward Norton y Ralph Fiennes elevaban un poco el listón. Aquí no tenemos ni eso.
Fran, bastante de acuerdo contigo salvo, cuidado: EL DRAGÓN ROJO es la novela original, y como tal, debe verse también su adaptación, si bien siempre dudo entre la de Michael Mann (MANHUNTER, y la de Brett Ratner, en cuanto a novelas, el más descarado autoplagio reconocido por el propio autor es EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.
ResponderEliminarEl asesino psicópata y la relacción de Hannibal con el protagonista, son muy superiores, salvo por que entre H. y Clarice haya una cierta tensión sexual y demás.
Donde sí que se define bien la relacción entre H. y Clarice, y donde sí es muy superior el relato, tanto original como película, es en HANNIBAL, de Scott. Además de que Julianne Moore SÍ es Clarice Starling, al contrario que Jodie Foster, que construyó un buen personaje pero frío y distante de la auténtica Clarice.
HANNIBAL: EL ORIGEN DEL MAL parece una mala copia de BATMAN BEGINS con protagonista asesino. Justificar alguien tan morbosamente atractivo es joder la franquicia, a cualquier nivel. Se salva el propio protagonista, inmenso hacia el final. Buen Joker con rasgos naturales hubiera sido.
En parte os doy la razón y en parte no pero parece que el fracaso de la película ha finiquitado cualquier posible nueva película con el personaje (porque Dino de Laurentis expresó su interés en futuras películas de Lecter con Gaspard Ulliel de protagonista).
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