¿Qué sentido tiene una película como Aeon Flux? Más allá de mostrar a la curvilínea Charlize Theron como mujer de acción, no se me ocurre ninguna.
Porque las ideas interesantes del film se reducen a una, que remite al tema de la clonación; pero esto es algo que no se descubre hasta bien avanzada la película, y que una vez se pone sobre el tapete, se olvida a los cinco minutos.
Como muchos ya sabrán, Aeon Flux nació con la peculiaridad de ser una serie de animación de escaso argumento para promocionar el canal MTV que emitía sus brevísimos episodios, ambientados en un futuro distópico al estilo de 1984 de Orwell o Un mundo feliz de Huxley.
Vista esta adaptación al cine, da pena comprobar cómo la (peor) industria hollywoodiense fagocita a todo director que llama la atención con un trabajo personal: este es el caso de Karyn Kusama, que debutó con Girlfight (casi un precedente de la célebre Million Dollar Baby de Clint Eastwood), cinta que sin ser nada del otro mundo tenía cierto empaque y ofrecía un encomiable trabajo de la actriz Michelle Rodríguez.
Así pues, este segundo largo de Kusama es una cinta plenamente olvidable, y sólo apta para fanáticos de la actriz y modelo sudafricana. Si quieren ver una buena interpretación de la misma, mejor hagan por ver Monster (que le valió un Oscar), la reivindicable Pactar con el diablo (junto a Keanu Reeves y Al Pacino), o incluso Celebrity, de Woody Allen, donde parodió sangrantemente su imagen de top model.
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