La acción de Bobby transcurre durante las horas previas al atentado contra la vida de Robert F. Kennedy poco antes de la madrugada del 6 de junio de 1968 en el Hotel Ambassador de Los Ángeles. Pero que nadie se llame a engaño: más cerca de los grandes frescos norteamericanos de Robert Altman (como Nashville, Health o Vidas cruzadas) que del cine político de Oliver Stone (que dedicó a la investigación del asesinato de John F. Kennedy su vibrante JFK), la atención de Bobby se centra en un grupo de personas que se encontraban en el hotel en aquel momento, tanto trabajadores y clientes del mismo como miembros de la campaña por la presidencia del pequeño de los Kennedy.
Siguiendo las directrices de Altman, Bobby cuenta con un elenco de actores apabullante: la nómina del film cuenta con William H. Macy, Christian Slater, Anthony Hopkins, Heather Graham, Laurence Fishburne, Martin Sheen, Helen Hunt, Sharon Stone, Demi Moore, Harry Belafonte, Lindsay Lohan, Elijah Wood, Joshua Jackson... así como algunas jóvenes promesas, como Asthon Kutcher (El efecto mariposa), Freddy Rodríguez (Grindhouse), Shia Labeouf (Constantine) o Mary Elizabeth Winstead (Sky High).
Lo mejor y lo peor de una cinta como Bobby viene a ser lo mismo: su corrección. El actor y realizador Emilio Estévez (que se reserva también uno de los muchos papeles de la película, el de marido de la cantante encarnada por Demi Moore) cumple con su cometido, ofreciendo una película entretenida, de ritmo adecuado a lo que está contando (del más pausado que reina durante casi todo el film, al más atropellado de su desenlace, a partir del atentado contra la vida del senador), y con un guión obra del propio Estévez que entremezcla adecuadamente las vidas cruzadas de sus protagonistas.
Pero al film le falta garra, y pese a su duración considerable (dos horas), el espectador tiene la sensación de que no profundiza en personajes que podrían haber dado mucho más de sí (como el engreído personaje interpretado por Christian Slater o el obcecado marido al que encarna el propio Estévez), y sólo en algunas ocasiones el buen oficio del actor (pienso particularmente en el cocinero que interpreta Fishburne o la pareja de veteranos Hopkins-Belafonte) logran dar a sus personajes suficiente carisma con apenas unas pinceladas.
Eso sí: Bobby demuestra la fascinación que debe sentir Estévez por la historia reciente de su país, tras dirigir para televisión y protagonizar Rated X (aquí estrenada en formato doméstico como Un negocio muy peligroso), y donde su hermano Charlie Sheen y él interpretaban a los hermanos Mitchell, artífices de trágico final de Tras la puerta verde, clásico por antonomasia (junto a Garganta profunda) del cine pornográfico.
Ahora, con Bobby, escrita y dirigida por él, Estévez fija su atención en la Historia menos oculta y más reconocida de un país que, en palabras del propio Robert Kennedy, debía ser más generoso, y que no siempre cumplió con tal propósito. Igual de poco generosa se ha mostrado la Academia, que no se acordó de Bobby a la hora de las nominaciones a los Oscar, aun siendo una cinta que estaba concebida claramente para estar presente en las candidaturas.
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