martes, 2 de enero de 2007

Clásicos incontestables del celuloide

Tenemos la sana costumbre, si nada lo impide, de finalizar el año y arrancar el nuevo viendo algún clásico incontestable y/o alguna película importante de la Historia del Cine. Y es que no se nos ocurre mejor manera de despedir el año y empezar otro que evitando la basura que invade las televisiones públicas, así como la que nosotros mismos elegimos de vez en cuando por desconocimiento de lo que vamos a ver (o padecer).



De esta forma, despedimos el 2006 con Monsieur Verdoux, una de las joyas sonoras del Charles Chaplin post-Charlot. A partir de una idea de Orson Welles, basada a su vez en hechos reales, Chaplin dirige y protagoniza este biopic fantasioso, a medio camino entre la comedia y el drama, de un asesino de mujeres, un auténtico bon vivant que se casaba con varias mujeres (adineradas) a la vez para acabar matándolas y quedándose con sus respectivas posesiones.



Chaplin demuestra el oficio aprendido a lo largo de los años del cine silente, en tantos y tantos cortos y largos protagonizados por su ya mítica composición de Charlot, y consigue aunar en Monsieur Verdoux tanto la fisicidad de las películas mudas con la calidad de un guión prodigioso, que sitúa la historia en un marco histórico bien determinado, entre los años previos al crack bursátil y el estallido de la II Guerra Mundial.



El año 2007 no empezó de peor manera: volvimos a ver por enésima vez La huella, último largometraje de Joseph Leo Mankiewicz, que consiguió con este duelo interpretativo entre Laurence Olivier y Michael Caine una película inagotable, cuyas lecturas se multiplican con cada nuevo visionado.

Y es que en La huella tenemos un crimen (o dos, o ninguno), un triángulo amoroso, un enfrentamiento entre dos escuelas actorales, una confrontación entre la novela detectivesca clásica y el nuevo género negro, y muchas más posibilidades que se disparan con cada pase de esta modélica adaptación de la obra de Anthony Shaffer, escrita por el propio dramaturgo.



Ahora que se prepara una nueva versión del film, con el propio Michael Caine en el papel de Olivier y con Jude Law en el personaje que hizo el primero, es una ocasión inmejorable para recuperar esta cinta del autor de títulos tan míticos como Carta a tres esposas, Eva al desnudo, La condesa descalza o El día de los tramposos. En cuanto a La huella, no diremos nada más por si todavía queda alguien que no la haya visto, ya que se trata de una historia plagada de sorpresas. Véanla. Me lo agradecerán.

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