Unos años antes de que lo hiciera Sydney Pollack en Yakuza, y muchos años más respecto del remake inconfeso de ésta, el Black rain de Ridley Scott, el periodista reconvertido en cineasta Samuel Fuller ya mostró el enfrentamiento entre Oriente y Occidente a través de los dos policías que protagonizan su magnífica The crimson kimono.
Emitida en televisión como El kimono rojo, esta producción de 1959 es una clara muestra del cine negro de serie B de la época, y representa a la perfección el estilo de su autor, imperfecto y a veces titubeante, pero cargado de magia y estallidos ocasionales de auténtico genio.
Como también hicieran posteriormente thrillers como la poderosa Manhattan Sur o la mediocre Sol naciente, Fuller muestra las diferencias entre la población caucásica y la asiática de Estados Unidos, a través de los detectives Charlie Bancroft y Joe Kojaku. Este enfrentamiento surgirá en el proceso de la investigación del asesinato de una stripper, que los llevará a los barrios de población asiática de Los Ángeles.
La trama policial de la cinta es bastante sencilla, si bien lo que convierte a The crimson kimono en una película memorable es el triángulo amoroso que se establece entre los dos agentes de la ley y Christine Downs, una pintora de la cual se enamorarán ambos y que, por consiguiente, separará en cierta medida a los dos amigos.
Al final, cuando se descubre la identidad del asesino (que nos cuidaremos mucho de desvelar aquí), el detective oriental Kojaku se hará cargo de sus propios sentimientos y asumirá su destino. Y Fuller, tras apenas ochenta emocionantes minutos de metraje, hará del otro detective, el blanco Charlie, una figura trágica cargada de estoicismo.
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