Si la anterior película (por cierto, al contrario que ésta, decididamente coral) de Cesc Gay se tituló En la ciudad, esta Ficción que ahora se estrena podría llamarse perfectamente "En el campo".
La película nos presenta desde su mismo arranque a Álex, un director de cine que sufre una crisis de identidad: no sabe bien si en lo que se ha convertido es lo que quería ser, y tiene dudas tanto en lo referente a su vida sentimental (que comparte desde hace años con su mujer, con la que tiene dos hijos) como en su devenir profesional (le preocupa el éxito de sus futuros proyectos).
En su afán por terminar el guión de lo que será su nuevo trabajo, pero también con la intención de encontrarse un poco a sí mismo, Álex se retira al campo, para reencontrarse allí con Santi, su mejor amigo desde la adolescencia.
Gay construye a partir de esta premisa una pequeña pieza de cámara, cuya mayor parte del metraje protagonizan apenas cuatro personajes, en un entorno bucólico en el que, como decía Gene Hackman en La noche se mueve acerca del cine de Eric Rohmer, se ve crecer la hierba.
No obstante, Rohmer no es la principal influencia de Cesc Gay: en su carácter casi metalingüístico (indudablemente, Álex es en buena medida un alter ego del cineasta catalán; el personaje llega a afirmar que su nueva película, frente al protagonismo múltiple de la anterior, será de un solo personaje), Ficción recuerda en algunos momentos al cine del también francés Jacques Rivette, autor de La bella mentirosa o Vete a saber.
Al respecto, tampoco nos olvidemos ni por un momento de un título tan revelador y premeditado como el que tiene esta película, protagonizada por Eduard Fernández, que desde Los lobos de Washington y con trabajos tan espectaculares como Fausto 5.0 o Smoking room, se confirma como el mejor actor de nuestra cinematografía actual. Ni más ni menos.
Una vez concluida, Ficción se convierte en la historia de un romance no consumado, en un relato de oportunidades perdidas y de las decisiones, acertadas o no, que las personas se ven obligadas a tomar a lo largo de su existencia. Por ello recuerda también a Nelly y el señor Arnaud, última película de Claude Sautet.
Como se ve, el cine galo es todo un referente para Cesc Gay, cineasta que con En la ciudad y sobre todo con esta Ficción se confirma como un autor a contracorriente: un trabajo como el presente es arriesgado hasta decir basta, y sería una pena que el público le diera la espalda por su austeridad narrativa, su falta de espectáculo y, para qué vamos a engañarnos, el escaso apoyo publicitario que suele tener la mayor parte del cine español, Alatriste aparte.
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