jueves, 9 de noviembre de 2006

El colmo de la ligereza

Por más que no sea una mala película (es más, está bastante por encima de la media), uno no puede menos que sentirse defraudado tras ver Scoop. Esto se debe sin duda no sólo a la envidiable carrera de su realizador, el prolífico Woody Allen, sino al peso que supone llegar justo después de la magnífica Match point. A este respecto, repetir con Scarlett Johannson tampoco le beneficia, pues el recuerdo de su anterior trabajo es así todavía mayor.



Scoop comienza de forma envidiable, con el funeral del periodista Joe Strombel (un recuperado Ian McShane), la reunión de sus viejos amigos... y con el propio Strombel a bordo de una barca junto con otros fallecidos, conducidos por la Muerte hacia el Más Allá. De esta forma, el autor de Annie Hall arranca haciendo gala de una libertad narrativa como muy pocos autores (me viene a la cabeza su admirado Federico Fellini) se hayan atrevido a permitirse.



Pero una vez la trama arranca, y por más que la película resulte un producto ameno y cuente con algunos diálogos estupendos, marca de la casa, el resultado final da la sensación de haber asistido a una inane mezcla de comedia ligera a la manera de las screwball comedies de Hawks o Cukor con una historia de suspense a lo Enid Blyton, la creadora de Los Cinco.



No obstante, es agradable encontrarse con algunos hallazgos, como una estupenda Scarlett Johannson que, al contrario que en La Dalia Negra, sí se siente cómoda en su papel y resulta bastante creíble. También Hugh Jackman realiza un competente trabajo como Peter Layman, aristócrata sospechoso del misterio central de la cinta; pero, sobre todo, perdura el recuerdo del destino final del personaje de Allen, Sid Waterman, alias Splendini, que desaparece fuera de campo para convertirse en un referente para la protagonista, en esta cinta que queriendo ser ligera no encuentra un término medio y se convierte en volátil.

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