Hemos vuelto a ver Hostel. Y nos ha vuelto a encantar. Simplemente, no entendemos que para algunas personas de buen juicio la cinta de Eli Roth sea una mala película.
Cómo puede serlo un film donde, más allá del terror por el terror y el gore explícito se denuncia la situación de un país donde se puede comprar a un puñado de niños con unos chicles; donde la gente paga un dinero considerable por matar a alguien, pero mucho más si éste es norteamericano; donde se denuncia una sociedad en la que un hombre puede sobrevivir sin dos dedos pero una chica joven no si la belleza de su rostro ha sido extinguida con un soplete; donde el único que sobrevive es aquel que ya había visto de cerca a la muerte, y ya conocía por tanto a su enemigo.
Con motivo de su estreno, a comienzos del pasado mes de abril dedicamos una columna de Abandonad toda esperanza a esta magnífica película de terror (a su manera tan política como la igualmente soberbia Las colinas tienen ojos). Por ello recuperamos hoy ese texto: podéis leerlo pinchando aquí.
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