lunes, 2 de octubre de 2006

Zombis de saldo

Hace no mucho hablábamos, al hilo del futuro estreno de Grind house del tándem Tarantino-Rodriguez, de las excelencias y miserias (sobre todo, estas últimas) del cine de terror de serie B y Z.

Un buen exponente de esto último es el cineasta Lucio Fulci, ya fallecido. Fulci es uno de los máximos representantes del cine italiano con menos medios, autor de películas interesantísimas y muy reivindicables, al mismo tiempo que de absolutos bodrios indefendibles desde ninguna postura.



Hace un par de días tuve la ocasión de ver uno de sus títulos más conocidos, Nueva York bajo el terror de los zombies... cinta que, lamentablemente, no se cuenta entre lo mejor de su autor: está muy lejos de los méritos de cintas como El más allá o Aquella casa al lado del cementerio, perlas del terror onírico y casi surrealista propio de la escuela italiana, o de El destripador de Nueva York, aquella joya a recuperar que hizo con los body counts al estilo de Viernes 13 lo que el spaghetti western hizo con las películas del oeste: sublimó el género sumergiéndolo en el lodo, embruteciéndolo hasta límites insospechados. Y no lo digo como reproche.



Nueva York bajo el terror de los zombies sólo tiene razón de ser como exponente de la desvergüenza de buena parte del cine de género europeo, tanto artística como comercialmente: la película se estrenó en algunos países como Zombi 2, ante la posibilidad de que colara como secuela de Zombi, la ya de por sí segunda parte de la mítica La noche de los muertos vivientes. Ni que decir tiene que ni se acerca a los méritos de la saga de George Romero.

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