Paradójicamente, siendo uno de los cineastas más influyentes a la par que respetados del más reciente cine de terror japonés, la obra de Kiyoshi Kurosawa es bastante desconocida en España, y ninguna de sus películas se ha estrenado en salas comerciales.
Esta lamentable situación podría remediarse pronto gracias a la retrospectiva que le ha dedicado el último Festival de Cine de Sitges, y al premio Màquina del Temps a toda su carrera que se le concedió durante el certamen. Esto debería suponer una llamada de atención para los distribuidores españoles.
De dicha retrospectiva pudimos ver Retribution, su último trabajo, cuarta entrega de la serie de filmes J-Horror Theatre, y que se inscribe como muchos de los trabajos previos del realizador en una particular tradición a lo Kurosawa que mezcla terror fantástico y thriller policíaco.
La película arranca con el asesinato de una mujer ahogada en un charco; ésta será la primera de muchas muertes provocadas por el mismo modus operandi. El problema surgirá cuando todas las pistas dirijan la atención al propio policía que investiga el caso.
Poco más puede decirse de la trama sin desvelar más de lo conveniente: nos limitaremos a señalar que, de nuevo, Kurosawa utiliza los estilemas de los géneros (aquí, como ya señalamos, los del cine negro y el terror en su vertiente nipona) para ofrecer una mirada lúgubre y desencantada de los fantasmas, no los reales sino los propios demonios, del sujeto individual y la sociedad donde este se mueve.
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