Es cierto que cuando, durante mucho tiempo, uno espera con ansiedad un estreno, por tratarse de un trabajo de uno de tus directores favoritos, es fácil que las expectativas se vean frustradas. Pero hasta la fecha el cineasta M. Night Shyamalan ha cumplido con creces, y desde que estrenara en el año 2000 El sexto sentido, cada uno de sus trabajos no ha supuesto más que satisfacciones.
Pero alguna vez tenía que ocurrir lo contrario, y La joven del agua ha sido una gran decepción: aunque ya se había comentado en distintos medios, el hecho de estar ante un cuento infantil claramente ingenuo, sin dobleces ni lecturas adultas (no hablemos de la filosofía new age de la película, repleta de obviedades, como de algo adulto, por favor), ha supuesto un indudable fiasco.
Por no hablar, claro está, de la engañosa campaña publicitaria: trailers y spots que la venden como una película de terror de forma totalmente injustificada... No así como ocurrió con El bosque, donde lo engañoso de la campaña impedía desvelar toda sorpresa de esa obra maestra sin parangón del séptimo arte.
Obviamente, no todo es negativo en La joven del agua: Shyamalan sigue dirigiendo como nadie, la película incluye escenas estupendas, y Paul Giamatti, como de costumbre, está magnífico. Pero después de películas como El protegido, Señales o El bosque... sencillamente, no hay color. En esta ocasión, el talento de Shyamalan hace aguas.
Me deja usté de piedra pomez. Todo el mundo me había hablado genial de la película y claro... le leo (que yo de usté me fio para estas cosas) y me quedo alelado.
ResponderEliminarEl amigo Shyamalan se ha dado el lujo de pasar a pantalla lo que muchos padres nos inventamos mientras conducimos con nuestros nanos, damos un paseo con ellos o esperamos que se duerman. Me quedo con Paul Giamatti, el personaje del crítico y las versiones casi irreconocibles de las canciones de Bob Dylan.
ResponderEliminar