El manga de Otsuichi y Kendi Oiwa, basado en una novela del primero, cuenta la historia de dos jóvenes, chico y chica, fascinados por el lado más oscuro del alma humana; de ahí que ambos hagan por conocer todo lo posible de la historia que rodea a varios homicidios, y es por este rasgo común que acaban conociéndose y formando una pareja bastante peculiar...
Seguramente a muchos les parecerá, dado el título de esta reseña, que se trata de una apreciación negativa de este Goth. Nada más lejos de la realidad: no hay nada más gratificante que el sentirse sorprendido ante una obra artística, y eso es lo que provoca Goth en todos aquellos que, como un servidor, esperen el típico manga de terror, muy marcado -como el más prototípico cine de terror nipón, que de un tiempo a esta parte triunfa en la cartelera de medio mundo- por presencias fantasmales y criaturas diabólicas.
Lo que ofrece este cómic, editado por Glénat, es puro morbo, en el mejor sentido del término. El mismo morbo del cine europeo de género (con el inglés y el italiano a la cabeza), que en la década de los 60 empezó a poner en circulación por cines de todo el mundo elementos tan poco populares como el fetichismo por partes concretas de la anatomía humana, la necrofilia o el enterramiento en vida.
De todo eso (y más: sadismo, intercambio de personalidades, crueldad infantil, etc.) encontrará el lector en las páginas de Goth. Pero sobre todo encontrará fascinación por la muerte, el dolor, el sufrimiento. Todo ello en un manga que no pretende suponer un hito en la historia del cómic japonés, pero sí inquietar a todo aquel que se acerque a él haciéndole cosquillas en sus rincones más ocultos.
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