miércoles, 23 de agosto de 2006

El escándalo y el sosiego

Mientras esperamos el estreno español de su Inland Empire en el próximo Festival de Sitges (donde posiblemente el propio cineasta recoja un galardón como reconocimiento a toda su carrera, cuando se cumplen veinte años del estreno allí de Terciopelo azul), hemos recuperado dos de los trabajos previos de David Lynch, muy distintos entre sí pero ambos profundamente lynchianos.

Corazón salvaje supuso la consagración de Lynch al ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes. Esta adaptación de una novela de Barry Gifford (desde entonces cómplice en repetidas ocasiones del cineasta de Missoula) está protagonizada por Nicolas Cage y Laura Dern (que ya había trabajado en Terciopelo azul), los cuales se ven secundados por un espléndido reparto donde destacan Diane Ladd (madre en la vida real y la ficción de la anterior), Harry Dean Stanton y un impresionante Willem Dafoe como Bobby Peru, uno de los muchos villanos de la función.



A día de hoy, y cuando el presunto contenido escandaloso de la cinta (referido al sexo y la violencia explícitos) ya no lo es tanto, la película se mantiene como un interesante trabajo de un cineasta imprescindible, si bien se nota un tanto forzada esa voluntad por epatar al personal mediante la muestra de sentimientos y acciones exacerbados, por no hablar de la inevitable presencia de esos freaks de la América profunda tan caros a Lynch.

En cambio, Una historia verdadera es la película más reposada de su autor. La historia real de Alvin Straight, un anciano de 73 años que viajó de Iowa a Wisconsin para visitar a su hermano mayor, con el que llevaba una década sin hablar, después de que éste sufriera un infarto, da pie a una de las obras cinematográficas más hermosas de los últimos tiempos.



Magníficamente interpretada por el malogrado Richard Farnsworth, y con una música y fotografía inolvidables por parte de dos colaboradores habituales de Lynch, Angelo Badalamenti y el veterano Freddie Francis, Una historia verdadera es una obra maestra con ecos del mejor John Ford, y donde Lynch da rienda suelta a su talento sin la necesidad de verse encorsetado por sus propias constantes temáticas y visuales.

De todas formas, Corazón salvaje también es una cinta muy por encima de la media, con momentos inolvidables e interpretaciones dignas de Oscar (con mención especial para Ladd y Stanton), y con Una historia verdadera conforma una pareja de films que ningún cinéfilo de pro debería perderse.

3 comentarios:

  1. Anónimo3:59 p. m.

    Aún hoy lo que es escandaloso es el chaquetazo que se nos gasta el Sr Cage en la foto que ha puesto.

    Su madre todavía no le ha perdonado lo que hizo con las cortinas.

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  2. Qué bien lo sabe, Sr. Hueso...

    Y Sr. Mamuso, que sepa que esa chaqueta era un símbolo de su individualidad y su fe en la libertad personal. Al menos, es lo que él decía en la cinta...

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  3. Anónimo10:15 a. m.

    Sí, sí... eso lo decía para justificar la mano de collejas que le dio su madre.

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