Lo más maravilloso de las artes en general y del cómic en particular es que las sorpresas que nos deparan son inagotables: por mucho que vayamos descubriendo y asimilando, siempre nos encontraremos con gratos hallazgos inesperados, y nunca dejarán de quedarnos por disfrutar grandes obras maestras del medio.
Esto viene a cuento de que anoche saldé una de esas deudas que tenemos con nosotros mismos con la lectura de Mort Cinder, una de las obras cumbre del noveno arte, así como una de las historietas más importantes del cómic latinoamericano.
Publicada originalmente en los años 60 y de forma serializada (en Misterix y Super Misterix), Mort Cinder cuenta con guiones del creador de El Eternauta, el desaparecido Héctor Germán Oesterheld, y está dibujada por el uruguayo de nacimiento pero argentino de adopción Alberto Breccia. Sus páginas relatan las distintas aventuras vividas por el anticuario londinense Ezra Winston en compañía de un misterioso hombre, cuyo nombre da título a la obra, que parece morir y volver a vivir mil veces en diferentes épocas.
El guión de Oesterheld es magnífico, ya desde ese magnífico prólogo alternativo donde el anticuario se plantea si el pasado está tan muerto como solemos creer, y hasta la última de las historias, ambientada en la Guerra de las Termópilas. Pero el mayor mérito de Mort Cinder proviene del trabajo gráfico de Breccia, menos experimental que otros trabajos suyos (recordemos Buscavidas o sus adaptaciones de relatos de Lovecraft) pero igual de expresivo. Un espléndido uso del blanco y negro en el que sin duda Frank Miller ha encontrado inspiración para sus trabajos; y no pienso sólo en su 300, también protagonizado por el ejército espartano: los hallazgos en el uso de las sombras de su celebrada Sin City también deben mucho al episodio de Mort Cinder ambientado en el interior de una cárcel.
En definitiva, la obra de Oesterheld y Breccia sigue manteniendo incólume su capacidad de sugerencia, y el enfrentamiento entre sus protagonistas y los inquietantes ojos de plomo sigue emocionando como el primer día. Es decir: estamos ante una obra tan viva y tan imperecedera como el propio Mort Cinder.
Querido amigo, este trabajo de Breccia no es menos experimental que Buscavidas, teniendo en cuenta que tiene 20 años más, es su primera obra expresionista y la elaboró en un momento de su vida en la que pasaba por una crisis de tipo familiar, rompió con su estilo realista anterior y se arriesgo con este Mort Cinder con un grafismo dificil y vanguardista para su época.
ResponderEliminarSaludos.
Hombre, quería decir que vista ahora en la distancia nos resulta menos "experimental", entendiendo este adjetivo casi como un sinónimo de "complejo" o "extraño"... aunque en su día lo fuera y mucho.
ResponderEliminarPero sí, reconozco que la aclaración está más que bien traída. Gracias, compañero.